Publicación: Valencia: Legua, 2011
Descripción física: 98 p.; 20 cm.
CDU: 087.5:82
Signatura: N HER niñ
Precio: 12,50 euros en la Casa del Libro
MÁS DE LO MISMO...
Hace algunas semanas os hablaba de Es raro ser niña, un libro al que llegué de casualidad y que, contrariamente a lo que esperaba, me decepcionó bastante. Aunque como decía tengo claro que quizá no fue culpa del libro en sí, sino mía, que no lo leí en el mejor momento... Poco tiempo después leí su continuación, Una niña estadísticamente feliz, que me tocó en el sorteo que organizó Kayena en su blog y que me temo que me dejó más o menos igual que el anterior. La verdad es que no sé muy bien qué me ha pasado con estos libros...
Argumento y personajes
Igual que en el libro anterior, la protagonista de la historia sigue siendo Cuasi Negrín Blanco, esta niña de nombre tan original que además tiene esa forma tan peculiar pero a la vez tan lógica de ver la vida. No nos hará falta haber leído el libro anterior para poder enterarnos de lo que pasa en este, pero si tenéis la suerte de que os gusta la historia posiblemente disfrutéis más leyéndolos en su orden correspondiente, ya que conoceremos más detalles de nuestra protagonista.
En este nuevo título seguiremos conociendo las circunstancias de la vida de nuestra Cuasi, principalmente de sus visitas al psicólogo, ya que en esta ocasión sus profesoras del colegio han decidido que Cuasi tiene un trauma debido a la separación de sus padres, unido al hecho de que ahora su madre comparte su vida con otra mujer; por lo tanto, nuestra protagonista debe ser tratada junto con algunos de sus compañeros de clase. Sin embargo, comprobaremos que quizá son los mayores los que están traumatizados en realidad, porque Cuasi está encantada con eso de tener dos mamás, como ella misma dice. Y tiene una lógica tan aplastante a la hora de plantear cualquiera de sus argumentos que no podremos evitar darle inconscientemente toda la razón; vamos, que aunque en todas partes dice que es una novela dirigida a un público juvenil, está claro que los adultos podríamos perfectamente aplicarnos el cuento con algunos de los consejos que da Cuasi.
Mis impresiones
Igual que me pasó con el libro anterior, este también es muy corto y me gustó eso de conocer los misterios de la vida a través de los ojos de Cuasi, que es de lo más simpática e imaginativa. Además trata todos los temas desde su particular visión, que como decía antes es de una lógica aplastante; pero también como con el libro anterior, se me hizo muy cuesta arriba terminarlo. De hecho, los leí los dos seguidos allá por finales del mes de agosto y a estas alturas estoy escribiendo la reseña porque se me ha atascado de mala manera...
Sin embargo me sigue resultando raro que me haya ocurrido esto, porque de nuevo estamos ante una novela muy bien escrita, y en realidad se supone que la lectura debería hacerse muy amena porque Cuasi es tan campechana y tan simpática que con sus ocurrencias y sus ideas nos hará esbozar una sonrisa o incluso a veces algo más que una sonrisa... Pero nada, que no ha habido manera de que me terminara de meter en la historia; de hecho hubo un detalle que me llamó la atención y es que durante las sesiones con los psicólogos cada uno de los compañeros de Cuasi, y también ella misma, tienen entre otras cosas que escribir una redacción. Y (no destripo nada contando esto, porque de hecho es el título de uno de los capítulos del libro) Cuasi se dedica a editar la redacción que hace Danyer, uno de sus compañeros.
Pues esto me recordó inmediatamente a aquella vez en que vi Amelie, una película a la que la gente de mi alrededor le había dado tanto bombo que al final me animé a verla un día. Y me quedé con la sensación de que la tal Amelie era una cotilla que lo único que hacía era meterse en la vida de los demás. Cuando le dije esto a algunas de las personas que me habían recomendado la película se quedaron escandalizadas, así que yo ya no sé si es que soy un bicho raro o que con esta película me pasó lo mismo que con los libros y no la vi en el momento adecuado... Pero vamos, que en algunos momentos Cuasi también me pareció una meticona.
Eso sí, que quede claro que Mildre tiene una habilidad increíble para contarnos la historia desde el punto de vista infantil, y además lo hace perfectamente. Su estilo es muy sencillo de leer, y la lectura nos hará reflexionar sobre el sentido de la vida en general y sobre muchas cosas en particular; sobre todo destacaría la forma en la que la autora trata los más diferentes temas de la forma más natural del mundo, tal y como lo haría un niño. Vamos, que está claro que cuando nos hacemos mayores nos vamos llenando de prejuicios de los que quizá en realidad nos deberíamos librar porque todo sería mucho más fácil, tal y como nos hace ver Cuasi, que parece tener siempre la solución para todo y es una auténtica especialista en ver el lado alegre de la vida.
Conclusión
Creo que en realidad las conclusiones a las que he llegado con este libro son bastante parecidas a las que llegué con el libro anterior; como decía, esta nueva novela continuación de la anterior también está muy bien escrita, esto de que la historia esté contada desde un punto de vista tan original resulta muy atractivo, y como en el caso del libro anterior tampoco tendremos ningún problema en el caso de no conocer las expresiones cubanas, ya que todas ellas están perfectamente explicadas a pie de página cuando aparecen en algún sitio. La historia es muy tierna y Cuasi es una niña muy maja, muy campechana y de lo más simpática... Pero nada, que no ha habido manera de que este otro libro me llenara tanto como esperaba que fuera a hacerlo; quizá iba ya con mala predisposición porque el anterior me dejó un poco fría, no lo sé...
Como decía antes, se supone que el libro está dirigido a un público adolescente, que imagino que se sentirá más identificado con Cuasi porque ella está en esa edad en la que ya no se es tan niño pero todavía no se es adulto; pero de nuevo creo que habrá muchas reflexiones filosóficas de Cuasi que no necesariamente están dirigidas a adolescentes sino más bien a los adultos, que al fin y al cabo somos los que nos complicamos la vida y, los que tienen niños cerca, acaban salpicándolos también a ellos. Y una de las cosas que nos hará ver la protagonista es que somos los adultos los que estamos por lo general llenos de prejuicios, los que andamos siempre pendientes del qué dirán, y los que hemos perdido (por lo general) la espontaneidad que suele caracterizar a los niños. Así que esta novela nos servirá un poco para reflexionar sobre nuestras actitudes en muchos momentos de la vida, aunque todo ello con unas pinceladas de sentido del humor.
Sin embargo, de nuevo no tengo muy claro si recomendar esta lectura o no; diría que sí porque hasta ahora, después de todas las reseñas que he leído, creo que soy la única persona a la que los libros no le ha terminado de convencer del todo. Pero no tengo demasiado claro que sea culpa de ellos sino que como decía al principio me temo que más bien es cosa mía; así que lo de recomendarlo o no, igual que con el anterior, lo dejo en una indecisión para que cada uno haga lo que crea más oportuno.