Un ryokan es un hotel tradicional japonés cuyos orígenes datan de varios siglos atrás. Ya en la antigüedad, durante los días del Período Nara (710–794), viajar por Japón era una empresa peligrosa ya que al no disponer de refugio, los viajeros dormían expuestos. Por esta razón, los monjes budistas comenzaron a construir lugares de descanso en zonas de tránsito populares para alojar a los viajantes ocasionales. Más adelante, en el Período Kamakura (1185–1333), estos lugares de descanso evolucionaron y sirvieron de base para la creación de los ryokan.
Es a mediados del Período Edo, en torno a 1750, cuando surge el concepto de ryokan como forma de alojamiento destinada a los viajeros que recorrían la ruta principal entre Kioto y la actual Tokio. Como era común, el desarrollo de estos hoteles se vió reflejado por la arquitectura tradicional de la viviendas japoneses y las estancias presentaban los mismos elementos característicos.
Con el paso del tiempo, las viviendas japonesas fueron adaptando su estilo bajo la influencia de los estándares occidentales, mientras que los ryokan permanecieron anclados en el tiempo y conservaron su estilo tradicional, llegando hasta nuestros días convertidos en hoteles de lujo y de descanso orientados a turistas nacionales y extranjeros.
En la actualidad, los ryokan se caracterizan principalmente por las siguientes cualidades:
Localización
Los ryokan suelen estar situados cerca de lugares emblemáticos y rodeados de una singular belleza natural, por ejemplo en medio de un bosque, o junto a ríos y lagos. De esta forma, el huésped puede sentirse en contacto con la naturaleza y puede relajarse mientras escucha el canto de los pájaros o el sonido del viento, de la lluvia, y admira el color de las flores en primavera o de las hojas de los árboles en otoño, o contempla templos y paisajes cubiertos de nieve en invierno.
Algunos destinos turísticos de Japón habitalmente recomendados para una estancia en un ryokan serían Kioto, Nara, Hakone y las inmediaciones del monte Fuji, la isla de Miyajima o el lago Chuzenji y los alrededores de Nikko, donde precisamente estuve con mis padres cuando vinieron de visita a Japón.
Confort
La estructura de la habitación de un ryokan se parece mucho a la de una casa tradicional japonesa. Esto hace que los turistas japoneses se sientan igual de cómodos que en su propia casa, mientras que los turistas extranjeros tienen la oportunidad de conectar con el mundo asiático y el estilo de vida tradicional oriental.
Al entrar en la habitación debemos seguir la costumbre de descalzarnos y cambiarnos de zapatillas. A continuación, se nos entrega la vestimenta requerida para este tipo de alojamientos, el kimono o el yukata.
En cuanto a la estructura de las estancias, vemos que las puertas del habitáculo son corredizas y se abren lateralmente. Si dispone de varias salas, las paredes pueden retirarse para aprovechar mejor el espacio. El suelo de la habitación es de tatami, un material cómodo para pisar descalzo, que resulta fresco en verano y guarda el calor en invierno. En el centro de la sala suele haber una mesa baja de madera y varios almohadones para sentarse. Cerca de la ventana encontramos una mesa donde tomar el té y contemplar las vistas. La decoración suele ser bastante simple, en consonancia con el sentido de la estética japonesa, que resalta en los pequeños detalles. A veces se limita exclusivamente al tokonoma, el sitio de honor en las casas japonesas, una especie de altar situado en uno de los lados de la habitación principal donde se cuelgan rollos desplegables con pinturas y se expone un jarrón con plantas u otros objetos decorativos.
La primera pregunta que nos hacemos cuando llegamos a la habitación de un ryokan es ¿dónde están las camas? Vemos que la habitación parece más bien un salón de estar y no sabemos dónde vamos a dormir. Bien, una de las características de las viviendas japonesas es que el espacio de una habitación se puede utilizar de formas distintas durante el día y durante la noche. Así, durante el día las camas o futones se pliegan y se guardan en un armario, llamado oshiire. Esto permite no sólo dar otro uso a la habitación sino también que el tatami respire.
Cuando llega la noche, los futones se sacan del armario y se extienden en el suelo de la habitación. Como podéis ver, estos consisten en un colchón delgado, una funda rellena a modo de edredón y una almohada. Aunque a primera vista parezcan más incómodos que una cama occidental, la verdad es que se duerme bastante bien ya que el suelo es blando. Habitualmente, el personal del hotel será el encargado de sacar y montar los futones mientras los huéspedes están cenando, de forma que cuando estos regresen la habitación ya está preparada para dormir.
Cocina sofisticada
Por lo general, la estancia en un ryokan incluye el desayuno y la cena. La cena suele ser casi siempre de tipo kaiseki, el estilo tradicional de la alta cocina japonesa caracterizado por presentar en la mesa una gran variedad de platos de exquisita y refinada elaboración.
El menú se compone de una secuencia de platos presentados en pequeñas raciones y dispuestos de forma artística sobre una vajilla decorada. La cocina kaiseki no da importancia únicamente al sabor, sino también al equilibrio de la textura, el aspecto y los colores de los alimentos. Son platos que se disfrutan con la vista, además de con el paladar.
Normalmente, a la hora de reservar habitación en un ryokan el cliente puede elegir el tipo de menú que desea para cenar entre diferentes combinaciones, por ejemplo, especial de pescado y marisco, o de carne a la parrilla. Los precios varían desde los 5,000¥ hasta los 40,000¥. En cualquier caso, se utilizan siempre ingredientes frescos de temporada y de calidad, y el menú varía en verano y en invierno. Incorpora no solamente platos típicos como el sushi, sino que a menudo incluye también especialidades locales. En Nikko, por ejemplo, uno de los platos populares es el yuba (cuajada de soja seca), y durante la cena nos sirvieron shabu-shabu de ternera hervida en yuba.
Sobra decir que al final de la cena, uno encuentra su apetito completamente satisfecho. No obstante, para sorpresa de muchos, a la mañana siguiente, en lugar del desayuno continental típico podemos encontrarnos un desayuno también de estilo kaiseki compuesto por pescado hervido, tofu y una variedad de platos algo difíciles de digerir a horas tan tempranas del día.
Salud y bienestar
Por último, algunos ryokan están situados cerca de fuentes termales naturales (llamados onsen) y disponen de spa y bañeras comunes para uso y disfrute de los huéspedes. Los baños suelen estar separados por sexos y muchos tienen piscinas de agua fría y agua caliente tanto interiores como exteriores con vistas a la naturaleza (rotenburo). Al tratarse de fuentes de origen volcánico, el agua suele estar a una temperatura superior a 25 °C y puede contener minerales con propiedades terapeúticas para el cuerpo humano. La norma dice que antes de introducirse en la piscina, es necesario ducharse y enjabonarse para estar limpios. Sin duda, el onsen es el complemento perfecto para pasar nuestra estancia complementamente relajados.
En conclusión, recomendaría incluir una o dos noches en un ryokan durante un viaje a Japón. El precio compensa la experiencia, ya que la calidad y la hospitalidad de estos hoteles nos harán sentir como auténticos reyes y podremos vivir por un día el estilo de vida cotidiano del Japón tradicional.