Estoy convencido de que todos nosotros, en algún momento de la vida, hemos deseado una segunda oportunidad. Para intentarlo otra vez, cambiar las cosas que no salieron bien, corregir errores irreparables. En definitiva, para ser mejores. Es sensato y honesto no estar conforme con lo que se hace, lo que se consigue, lo que se vive. Y está bien, porque no deja de ser un síntoma de superación y hasta una solicitud de justicia y reparación, si llegase el caso, por ejemplo, cuando ni siquiera tuvimos la posibilidad de actuar, de hablar o de demostrar algo. Es bueno perseguir un ideal, una meta, un deseo, un sueño. Nos equivocamos tanto que, al menos la primera vez, recurrimos consciente o inconscientemente al mercado virtual de las "second chances", que parecen ser nuestra particular salvación. Después de ello, sin embargo, el fracaso, el dolor, podrían estar a la vuelta de la esquina. Tuve un amigo que vivió muchos años abrumado por el recuerdo del fallecimiento de la madre. Me enseñó varias de sus fotografías. Era una mujer realmente hermosa. Los años pasaron y una de sus hermanas dio a luz una niña preciosa. Cuando su sobrina cumplió 18 años, mi amigo me invitó a comer en su casa y aprovechó para enseñarme unas fotos de esa joven. La comparación con alguna fotografía de su madre, a esa misma edad, mostró un parecido extraordinario. Eran calcadas físicamente y, al parecer, también en la forma de ser. Creo que mi amigo no llegó a tener más sobrinas, pero no le importó lo más mínimo. Para él, aquello fue como revivir la imagen de su madre. En cierto modo, la vida le había dado una segunda oportunidad de recordarla cada vez que veía a su sobrina. Yo he conocido casos similares. En ocasiones, unas personas me sugieren a otras que conocí hace mucho tiempo. Confieso que soy un creyente de la reencarnación. Almas que solicitaron segundas oportunidades y les han sido concedidas. Nuevas vidas en nuevos tiempos. Felicidad en lugar de desdicha. Riqueza y salud en vez de pobreza, enfermedad y dolor. Éxitos después de tanto fracaso. Amor a cambio de desamor. Víctimas y no verdugos. Vencedores, luego de tantas derrotas. Compañía, como premio a la eterna soledad. Largas existencias frente a muertes prematuras. No obstante, acaricio la idea de que no sea necesario tener que morir y pedir un segundo intento, para lograr realizarse plenamente como persona o, al menos, procurarlo cada día. Dicen que el nuevo Sol que apunta por el horizonte equivale siempre a una nueva oportunidad. Nos la merecemos, y la deseo para todos, porque nos han colocado en este planeta, sin instrucciones concretas ni programación alguna de actuación. Somos fichas en un tablero, protagonistas de una partida que durará toda una vida, espero que larga e intensa y con un final feliz. Un abrazo para todos y todas.
Nota.- Dedicado a los que un día soñaron con poder volver hacia atrás en el tiempo, para intentar hacer las cosas de otra manera.