LEA: Juan 15:9-17 | Pablo Casals era considerado el violonchelista más destacado de la primera mitad del siglo xx. A mediados de su décima década de vida, mientras todavía ejecutaba su instrumento, un joven periodista le preguntó: «Señor Casals, usted tiene 95 años y es el mejor violonchelista que ha existido. ¿Por qué sigue ensayando seis horas por día?».
El músico respondió: «Porque me parece que estoy progresando».
¡Qué actitud tan excelente! Como creyentes en Cristo, nunca deberíamos estar satisfechos, pensando que hemos alcanzado algún autoproclamado pináculo de éxito espiritual, sino continuar creciendo «en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo…» (2 Pedro 3:18). En Juan 15:16, Jesús nos recuerda que Él nos escogió para que vayamos y llevemos fruto. El resultado de un crecimiento saludable es seguir dando fruto espiritual durante toda la vida. Nuestro Señor promete: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto» (v. 5).
Si progresamos de manera fiel y constante para parecernos cada vez más a Aquel a quien amamos y servimos, podemos confiar en que el que comenzó en nosotros una «buena obra» continuará realizándola hasta que esté completamente terminada el día que Él regrese (Filipenses 1:6).
La obra invisible de Dios en nuestro corazón produce fruto visible en nuestra vida.
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