Tan solo desde 1984 hemos tenido que contar 6 millones de víctimas, la mayoría son víctimas de desplazamiento forzoso (casi 5,4 millones) a las que nos les hemos visto el rostro. Desde esa época se cuentan más de 130.000 amenazados, 75.000 que perdieron algo o casi todo; 90.000 desaparecidos y sus familiares; 21.000 secuestrados; 55.000 víctimas de algún tipo de acto de terrorismo; 95.000 homicidios, vidas que no sabemos qué triunfos le estarían dando hoy gloria a este país si las hubiesen dejado prosperar. Hoy contamos más 10.500 víctimas de minas antipersonas; 6.500 casos de tortura; 7.000 niños y niñas que fueron reclutados y 4.000 casos de violencia sexual.
¿Aún no creen que vale la pena terminar con gran parte de esta historia negra? Desde luego sé que con la firma de un tratado entre solo dos de los actores del conflicto no comienza un país blanco e inmaculado, pero podemos empezar a construir uno con espíritu de reconciliación, un país que es consciente de su historia y por lo tanto no olvida, pero busca repararse a sí mismo. Las heridas son muchas, pero las cicatrices son la evidencia de que las heridas cierran.
Las víctimas, que son muchas y sienten de diferentes formas, deben encontrar su lugar con la ayuda de todos porque en parte, todos somos en algún grado corresponsables de nuestro pasado.
Un conflicto avanza no solo con la cobardía de los que alientan su llama sino con el silencio y la indolencia de los que callamos, omitimos y volteamos la mirada para otro lado como si las historias de violencia solo fuesen tinta en pasquines ajenos.
Hoy por esa misma responsabilidad que tuvimos todos en dejar avanzar a ese monstruo, hoy podemos reconciliarnos con nuestro deber de construir nación por las vías del perdón, de la tolerancia y del respeto. Hoy aparece la luz del túnel luego de décadas de sufrimiento. Y se nos vienen otros años duros, pero tengo la certeza de que Emilio, mi más reciente hijo, crecerá sin los odios que alimentaron a mi generación, sé que él podrá sentarse en el colegio con el hijo de un ex guerrillero y con el de un soldado y los tres nos darán ejemplo de convivencia.
Los invito a que sigamos este proceso con la mejor disposición, con ojos críticos sin renunciar a nuestro deber de fiscalizar al Gobierno, pero sin meterle el palo a la rueda. No renunciemos a este momento, a esta oportunidad. Hoy nace una oportunidad histórica y quiero vivir en el país que lo soñó y lo permitió. Con mi corazón, @Solano