Una palabra por mil imágenes 26: Padrino

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Sin la autoridad del padre o el cariño a la madre; sin la gloria y la fama de progenitor, sin la derecho a la pertenencia, sin lugar en el libro de familia... pero con la obligación del regalo, la disponibilidad de todo su ser, la mansedumbre ante la mofa, ahí está el
padrino. 

Es uno de los mejores actores de la historia, un actor que pasó desapercibido para los grandes estudios como un sufrido padrino, un hombre de apariencia vulgar,  en el que la irritación no duele, la ira es dulce, y las regañinas se esperan como caramelos en un bautizo...
El gran José Luis López Vázquez, el Padrino Búfalo, la Querida Señorita, el blando atracador de las tres en punto, el hombre de La cabina... Hay que saber hacer el indio como él, encontrar el lado femenino con anónima dignidad, dirigir una banda de atracadores de chiste o encerrarse en una cabina con   honestidad kafkiana.
Este hombrecito español, neuróticamente nacional, encarna la sufrida imagen de muchos padrinos que conozco: anónimos, entrañables, vulgares... dignos.