Lo que ocurriría es que se conseguirían grandísimos resultados. Un ejemplo claro es el packaging realizado por el estudio Bureau Rabensteiner para N. Daniels, un productor de fotografía en Viena (Austria). Para hacer su papelería corporativa se ha utilizado papel termosensible negro que reacciona ante el calor. El color negro del barniz que está sobre el papel desaparece con la temperatura corporal, lo que hace que se pueda producir imágenes de uno mismo (al menos, de las manos o de aquella parte del cuerpo con la que toquemos el material).
Se trata de un diseño sencillo donde el material es el protagonista de la creatividad en la pieza. Y al producirse este efecto, los soportes corporativos, y sobre todo las tarjetas de visita, se convierten en imágenes polaroids pequeñas que tienen mucho que ver con el lado más romántico y analógico de la fotografía.
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