Una patada a nuestro mundo

Por Aceituno

No hace falta hacer cosas extraordinarias para llevar una vida tranquila y feliz. Lo que sí creo que hace falta es hacer las cosas propias de la edad de cada uno. De esa forma no habrá lamentaciones posteriores sobre lo que pudo ser y no fue. Realmente no sirve de nada lamentarse, así que tampoco hay que comerse el coco. Como dice Sabina: “…no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Hay que aprender a convivir con esas pequeñas frustraciones y desviar la mirada hacia lo que sí fuimos capaces de hacer. La vida no es tan larga, no cabe todo. Simplemente no nos da tiempo a hacer todo lo que nos gustaría hacer.

También me parece importante saber corregir nuestro rumbo. No debemos casarnos con las decisiones tomadas. Igual que la tomamos, la destomamos y se acabó. Tenemos todo el derecho del mundo a querer hoy una cosa y arrepentirnos mañana, de manera que damos marcha atrás y retomamos nuestro camino. Es ese famoso pasito atrás que nos sirve para coger impulso. Observo que mucha gente emprende un camino y, por miedo generalmente, jamás se lo cuestiona. Estudiar una carrera, casarnos, vivir en determinada ciudad, aceptar un trabajo… son cosas cotidianas que elegimos hacer pero que si no nos gustan al cabo de un tiempo podemos cambiar. Claro que no podemos cambiar trescientas veces porque no tenemos tiempo, pero una vez al menos si se puede. Es difícil, pero vale la pena.

Solo tenemos una vida, así que debemos vivirla a nuestra manera, haciendo cosas que nos apasione hacer, eligiendo la gente con la que pasamos nuestras horas, decidiendo la mayor cantidad de aspectos posibles porque bastantes elementos elige el destino por nosotros y nos llegan sin avisar, como un elefante en una cacharrería, arrasando con nuestro pequeño mundo sin preguntar si queremos o no. Os lo dice alguien a quien el elefante le pilló completamente desprevenido y realmente arrasó con todo. Por suerte yo sí había vivido mi vida de acuerdo a esa lógica que estoy exponiendo, tomando decisiones siempre a favor de mí mismo, de las cosas que me gustaba hacer y de la gente con la que me gustaba estar. Muchas veces pienso que por eso llegó el elefante, porque mi vida fue divertida, plena y muy complaciente conmigo. SI no llega a ser así no sé qué hubiera hecho cuando se vino abajo la cacharrería. Seguramente ahora mismo no estaría escribiendo estas líneas.

El caso es que muchas veces la vida nos pasa por encima y elige por nosotros, así que no hay más remedio que coger el toro por los cuernos y tratar de aprovechar los momentos en los que sí podemos cambiar nuestro destino para elegir nuestra propia vida. No hay que tener miedo al cambio. En absoluto. Hay que tirarse a la piscina porque siempre tiene agua. Lo que no podemos permitir es tener demasiadas nostalgias en nuestro pasado, demasiados momentos en los que pudimos haber cambiado y no lo hicimos. Sé que el miedo es un adversario fuerte y muchas veces nos paraliza, pero también sé que la voluntad y el deseo de vivir pueden ser igual de fuertes. Ahí es donde tenemos que agarrarnos para dar ese pequeño paso que nos conduzca a una vida mejor. O al menos a una vida a nuestro gusto.

No os conforméis. No penséis que esto es lo que os ha tocado. Dad ese pequeño paso y cambiad lo que sea necesario. Se puede y se debe hacer, así que pegad una patada a vuestro mundo y ponedlo boca abajo. No os podéis ni imaginar el gustillo que da.