Decía Joyce que el alma nunca puede ser virgen de nuevo; no lo sé... Pero el corazón debe avanzar, seguir adelante y, claro, aprender y desaprender a un tiempo. Escribía Parreño que lo malo no es que el corazón se rompa, ya que está hecho para romperse; lo malo es que el corazón se convierta en piedra.
Y en esas andamos.
Así que ya saben: si a un fin de semana de contrastes meteorológicos (no va a tardar mucho en nevar por aquí, pero mañana y el domingo prometen), una pasta con sepia y gambas, una caña en alguna terracita, un par de siestas y las primeras muchachas en minifalda, quieren añadir algo bueno, no lo duden: lléguense al cine y enchúfense El estudiante. Ahhhh, y, según me comentan, no se olviden los pañuelos.
Besos a las niñas y abrazos a los niños.