'Una pena en observación' de C. S. Lewis

Publicado el 17 noviembre 2014 por Carm9n @Carmenyamigos

"Alzo los ojos al cielo de la noche. Es de todo punto evidente que si me fuese permitido rebuscar en toda esa infinidad de espacios y tiempos, nunca volvería a  encontrar en ninguna parte el rostro de ella, ni su voz, ni su tacto. Murió. Está muerta. ¿Es que se trata de una palabra tan difícil de comprender?"
La muerte de su esposa, Helen Joy Davidman Gresham, en 1960 dejó al escritor británico Clive Staples Lewis sumido en un profundo dolor. C. S. Lewis, afamado crítico y conferenciante, poeta y autor de las novelas de fantasía agrupada bajo el título Las siete crónicas de Narnia, conoció a Helen Joy Davidman tras el intercambio de correspondencia que se inició por la gran admiración que ella- poeta americana- le profesaba. El encuentro de ambos, lleno de afinidades y empatía, llevó a la amistad y finalmente a una relación que Lewis tardó más que Helen en identificar como amor. La enfermedad de ella, sin embargo, hizo reaccionar al escritor al darse cuenta de lo mucho que le dolería el perderla. En 1956 se celebró el matrimonio religioso- ya habían realizado un matrimonio civil pero tan solo por cuestiones de permanencia de ella y sus hijos ( Helen estaba divorciada) en Inglaterra. Tan solo cuatro años después ella moría.
En Una pena en observación (A grief observed, traducido al español por Carmen Martín Gaite en esta edición de Anagrama) C. S. Lewis analiza y reflexiona sobre los diversos estadíos y fases por la que pasan sus sentimientos por la muerte de H.: el miedo al vacío y la soledad tras su ausencia, la desidia y la apatía que acompaña, la agonía del sufrimiento, la crisis espiritual en la que se sumerge buscando respuesta  sobre la certeza respecto a la continuidad de la vida, la negación y el enfado, la necesidad imperiosa de recordar, de dolerse, de hacer que el que ya no está esté presente en la ausencia... 

"Estábamos partiendo hacia diferentes rutas."


Somos testigos con él de cómo el paso del tiempo acrecienta el vértigo de la desaparición del recuerdo de la H. real para ser reemplazado por la imagen que él mismo crea. Y cómo el castillo de la fe, que tan sólido y estable parecía, se ve sacudido por la muerte y se ve reducido a un castillo de naipes que se desmorona.  La soledad y el sinsentido lo invade todo, la realidad parece irreconocible sin ella, y ante él se presenta ahora un Dios enigmático cuya voluntad no logra comprender. Se hace necesario el tiempo para intentar ir recomponiendo, reconstruyendo el desastre.  

C. S. Lewis se abre a sí mismo y a sus lectores e indaga y profundiza en su alma, en el lento proceso de su tristeza, en sus sentimientos y en sus creencias, y con sus reflexiones íntimas- sentimiento e intelecto- da las pautas al lector para poder comprender sus propias vivencias y experiencias ante la profunda desdicha de la pérdida, la agonía de la ausencia, el dolor del hasta luego.

 "Éramos uña y carne. O, si lo preferís, un solo barco. El motor de proa se fue al garete. Y el motorcito de reserva, que soy yo, tiene que ir traqueteando a duras penas hasta tocar puerto o, mejor dicho, hasta que se acabe el viaje." 

El motor de reserva traqueteó apenas dos años más, hasta su fallecimiento en 1963.