Una piel tocada es una piel amada

Por Babytribu @babytribu

Hoy vuelve Paloma a nuestro Blog!!! Ha sido toda una revelación, os encantó su primer post y queremos que siga con nosotros aportando toda su luz. Sino la has leído antes, hecha un vistazo a La esencia de caminar: Reflejo de Babinsky y pies descalzos… Mil gracias Paloma por este nuevo aporte ¡Empezamos!

Una piel tocada es una piel amada

por Paloma Nuria Gonzalo García

El contacto afectivo es una necesidad auténtica y verdadera del ser humano. Nacemos sintiendo, ansiando y esperando, por lo menos, una relación afectiva, la cual se construye a través del contacto de la piel. No será la única, ya que a lo largo de nuestras vidas tendremos muchas relaciones afectivas y de muy diversos tipos (amistad, de pareja, familiar…) pero, igualmente, el contacto de la piel es la clave.

Ser tocado, acariciado, abrazado, acunado, besado… es una parte esencial de la supervivencia humana. Las caricias nos enamoran, el llanto del bebé se calma siendo mecido y un abrazo siempre nos reconforta… en definitiva, que nos gusta que nos toquen la piel y, además, que lo hagan de manera dulce, atenta y cálida. ¿A qué es debido? A que además de que son respuestas afectivas innatas en nuestra especie, también a que la piel es un órgano sensorial, el más grande que tenemos en nuestro cuerpo. Se distribuye por todos los rincones y al igual que el resto de los sentidos (oído, vista…) nos aporta información que permite conectarnos con nosotros mismos y enlazarnos con las otras personas. Cuando nos tocan la piel con tacto y sutileza, recibimos estimulación táctil que ofrece una información muy concreta al cerebro, permitiendo que se genere un episodio químico en el que se libera Oxitocina, la hormona del amor, la felicidad y la vinculante de los lazos afectivos entre las personas.

El contacto de la piel debe comenzar desde el mismo instante en el que el recién nacido aparece en nuestro mundo… ya que le permitirá construir el futuro mapa de sí mismo y le ofrecerá bienestar y seguridad.

Por esto, el contacto de la piel debe comenzar desde el mismo instante en el que el recién nacido aparece en nuestro mundo, ya que será la sensibilidad táctil la que estimulará su desarrollo neurológico, le permitirá construir el futuro mapa de sí mismo y le ofrecerá bienestar y seguridad. El psicoanalista francés Didier Anzieu, en su teoría “Le Moi-peau” (“Yo-piel” en castellano) describe que la formación del pensamiento y de la personalidad es producto de las experiencias táctiles. “La piel es nuestro continente y frontera con el exterior” (Anzieu, 1988) y es así, como el o la bebé recibe sus primeras informaciones de éste.

Abrazar, acunar, besar, dar un biberón, vestir, bañar, cambiar un pañal, portear o cualquier acción cotidiana que implique contacto de la piel, es necesario que se realice con atención, suavidad y entrega, ya que, tiene una gran influencia en el desarrollo sano y armónico de los niños y niñas.  Tanto es así, que una investigación del Baylor College of Medicine señala que “los niños que reciben pocas caricias y tienen pocos estímulos, desarrollan anatómicamente cerebros ente el 20%-30% más pequeños de lo normal para su edad”.

Indagando un poco más, descubrimos que el pedíatra y neonatólogo Nils Bergman ha asentado la base científica del “Contacto piel con piel” tras años de investigación y experiencia en la Maternidad del Hospital de Mowbray (Cape Town, Sudáfrica). Aboga por el “piel con piel” desde el nacimiento en bebés prematuros y en bebés que nacen a término (a los nueve meses de gestación) y afirma que cuando una criatura nace, el cuerpo y la piel de su madre (u otro progenitor) es su verdadero hábitat, es el único que conoce y que además, es el único donde puede sobrevivir y cuidarse a sí mismo.

En su investigación se revelan beneficios muy valiosos del contacto piel con piel que tienen repercusión positiva en el “ahora” de la criatura, pero también en el niño o niña, adulto futuro.

Protección física de la madre (padre) hacia su bebé, protección neurológica contra el estrés, regulación de la frecuencia cardíaca y respiración, colonización de la piel del bebé con las bacterias beneficiosas de la madre (padre), liberación de oxitocina, control de la temperatura corporal, establecimiento de la relación afectiva, creación del vínculo de apego, y mejor inmunidad cuando el niño o la niña ya es mayor… Son algunos de esos beneficios.

Por tanto, ya sabemos que el contacto a través de la piel tiene significado por sí mismo. Las experiencias táctiles que recibimos nos sirven para autoconocernos, sentirnos y vincularnos y, crean la historia de nuestro cuerpo.

Es asombroso como el cuerpo puede responder a un placentero contacto de la piel, además de saber comunicar lo que necesita y lo que anhela. La piel reclama ser tocada para sentirse viva y habla, al igual que lo hace el cuerpo. Podríamos decir que es nuestro cerebro externo y la extensión de nuestro corazón, así que no es arriesgado opinar que el contacto consciente, respetuoso y atento hacia nuestra piel, hacia la piel de un niño o niña es la base de la confianza, del reconocimiento mutuo, del amor verdadero y  de la vida.

Tocar es amar  – Laztantzea maitatzea da

A un mágico lugar que permite ensimismarte y conectar los pensamientos (ANTRO, Palencia)

Paloma Nuria Gonzalo García

Maestra de Educación Infantil. Plataforma por la defensa de la Educación Infantil 0-6.

Bibliografía

González, Yolanda (2012). Amar sin miedo a malcriar. La mirada a la infancia desde el respeto, el vínculo y la empatía. RBA (Barcelona).

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