Enfrentar cada día sabiendo que nuestra fortaleza viene del Señor Jesús, echará fuera la duda y la ansiedad. Sin embargo, escuchar malos consejos, tener actitudes negativas, vivir en pecado o con sentimientos de culpa, impedirán que nuestro corazón encuentre confianza plena en Dios.
Por el contrario, podemos desarrollar intencionalmente confianza en Dios todopoderoso madurando en la fe. Meditar en la lectura de la Palabra, acercarse al Señor en oración, y decidir creer en Él, son maneras de fortalecer nuestra relación con el Padre celestial. Cuanto más profunda sea nuestra relación con Él, más sólida llegará a ser nuestra confianza.
Como cristianos, tenemos todas las razones del mundo para sentir confianza porque tenemos la presencia misma de Dios viviendo dentro de nosotros (Jn 14.17), y además gozamos de su paz, su poder y su ayuda (Fil 4.7, 13, 19).
Nuestro mundo está lleno de desconfianza, temor e incertidumbre. Pero no se deje llevar por mensajes negativos, que pueden hacerle perder la confianza que Dios da a sus hijos. Por el contrario, enfóquese en la verdad de las Sagradas Escrituras, como también en la gloria y la victoria del Señor Jesús. Deje que el amor perfecto de Él eche fuera su temor (1 Jn 4.18).
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