Una reflexión sobre el proceso independentista.

Publicado el 31 octubre 2017 por Matapuces

El proceso independentista está fortaleciendo el aparato partitocrático y el Estado en general en detrimento de los movimientos de base. Parece que no pueda haber ningún cambio social ya sea de índole cuantitativa o cualitativa sin que tenga que pasar por las instituciones.
La capacidad de acción de la sociedad está condicionada en la inmensa mayoría de las ocasiones por factores que determinan su situación (de arriba a abajo) como puedan ser conflictos que deriven en estallidos violentos provocados por la miseria material y guerras propiciadas por la acumulación de poder y riqueza.
En este plano la guerra es indispensable para el cambio, no puede haber cambio sin que antes haya habido guerra. Sólo en casos excepcionales reacciona de forma más o menos coherente. La falta de estímulos parece bloquear la capacidad organizativa y se resuelve en una querella interpersonal de opiniones más o menos acertadas que diluyen el propósito incial en el que se iba a plantear el tema para modificar las normas y establecer un nuevo modelo de relación social.
El poder del Estado resuelve los conflictos a cambio de cierta "paz" social que determinan la vida de los súbditos. Cuando se debilita el Estado por su lógica destructora y nociva que son inherentes al mismo, los individuos pueden establecer nuevas relaciones que no dependan ya de las instituciones, de manera que puedan crear un nuevo sistema que no dependa de ningún poder centralizador que los fagocite de forma sistemática.
La libertad es una cuestión de conciencia y no de seguridad material o/y espiritual.
El Estado es sólo un síntoma más del miedo a ser libres.