Una región auténticamente desierta durante la noche, Charles Dickens

Publicado el 25 marzo 2015 por Kim Nguyen

Hace algunos años padecí de un insomnio pasajero, atribuible a una impresión dolorosa, y ese insomnio me obligó a salir a pasear por las calles durante toda la noche y por espacio de varias noches. Esa molestia habría tardado mucho en curarse si hubiese permanecido desmayadamente en cama; pero la dominé muy pronto, gracias al brioso tratamiento de volver a levantarme en cuanto me acostaba, saliendo a la calle para no regresar a casa hasta la salida del sol y completamente rendido al cansancio.
En el curso de aquellas noches completé mi educación con una experiencia de lo que es carecer de hogar por pura ficción. Como la finalidad principal que entonces perseguía era la de pasar la noche, ésta me hizo trabar simpáticas relaciones con gentes que durante todo el año no tienen sino esa misma finalidad por las noches.
La cosa ocurrió en el mes de marzo, con tiempo húmedo, nuboso y frío. Como el sol no salía hasta las cinco y media, las perspectivas de la noche se me presentaban suficientemente largas a eso de las doce y media, que era, aproximadamente, la hora en que me encaraba con ellas [...].

Entonces también el gas, que sabía lo que se hacía, empezaba a empalidecer con la certidumbre de que iba llegando la luz del día; gentes obreras aisladas iban y venían ya por las calles, y, de la misma manera que la vida se había extinguido antes, durmiéndose con las últimas chispas del fuego que llevaba el vendedor de pastel de carne, así empezaba ahora a encenderse de nuevo con las hogueras de los primeros vendedores de desayunos que se colocaban en las esquinas. De ese modo gradualmente acelerado, hasta alcanzar una gran rapidez, llegaba el día, y al fin me sentía cansado y lograba conciliar el sueño. En esas ocasiones solía pensar, volviendo a casa en semejantes horas, que no resultaba menos asombroso que todo eso el que el vagabundo sin hogar se encuentre en Londres tan solitario como lo estaría en una región auténticamente desierta durante la noche. Yo, de haberlo querido, sabía perfectamente en qué lugares podía encontrar al vicio y la desgracia en todas sus formas; pero el vicio y la desgracia se ocultaban a la vista, y mi condición de persona sin hogar disponía de millas y millas de calles en las que podía ir y venir solitaria y a su gusto. Y eso era lo que yo hacía.

Imagen: Charles Dickens