En un artículo anterior reflejaba aquí la importancia de no perder las Juntas Vecinales. En Palencia, según informa Oscar Herrero para este diario, hay 226 núcleos de población con posibilidad de elegir al alcalde pedaneo. El equipo que ahora gobierna la nación, y que lo está racionalizando todo a la medida de su bolso roto, haciendo al pueblo responsable de la herencia que tanto ambicionó, ha decidido que todas esas pedanías sean absorbidas política, administrativa y económicamente por los municipios de los que ya dependen.
Se ha demostrado la buena administración que hacían de sus recursos muchos de estos pueblos, (que también hay que citar el abandono y la desidia en otros que llevan décadas sin presentar cuentas) es decir, el arrendamiento de sus puertos para pastos, el arrendamiento de sus cotos, las subastas de madera.... Y recurre el redactor para ambientarlo al ejemplo de la Junta Vecinal de Tarilonte de la Peña que en 2010 decidió conceder 12000 euros en ayudas económicas a sus vecinos para hacer frente a los gastos corrientes, dinero obtenido de los intereses recibidos por la expropiación de las presas del Valdavia. La ley le permitía hacer ésto sin necesidad de consultarle al municipio del que dependía.
Resulta que con esta premisa, el Gobierno de la Nación, ese que jamás se ocupó de vosotros, ni ahora ni con todas las mareas de mandatarios que pasaron antes, habla de racionalizar, suprimiendo 312 concejales que no cobran ni un duro por hacer su trabajo y que mantienen y organizan en muchos casos las fiestas de los pueblos, o dejan la casa Concejo para que los pocos jóvenes que quedan se reúnan y ensayen sus obras de teatro. Esa es la solución que aporta un gobierno que viene para solucionar las cosas y que nos va llevando a una depresión y sometimiento propio de otros tiempos. Una revolución es lo que se necesita para que esta casta politica deje de dictar normas para su beneplácito hundiendo siempre a la parte más débil del pueblo. Y eso es lo que llegará si siguen tirando de la cuerda.En la imagen de Estalayo, una panorámica de Celada de Roblecedo