Una Revolución en Suiza

Publicado el 19 junio 2014 por Yohan Yohan González Duany @cubanoinsular19

Suiza vive por estos días una Revolución influenciada por… Cuba. Si, ha leído bien, por Cuba. Suena difícil creerlo quizás porque Suiza no es de esos países con grandes crisis sociales que piden una Revolución a gritos o quizás porque uno no se imagina que pueden tener en común los suizos y los cubanos. Pero lo más interesante de todo, y es el punto en común que tiene con Cuba, es que esta Revolución tiene un símbolo bien particular: el Che.

Durante muchos años la mítica figura de Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como Che Guevara, ha sido símbolo paradigmático del revolucionario. Nadie sabe en qué momento su figura pasó de ser una imagen romántica y seductora para convertirse en un emporio publicitario, en un engendro del mercantilismo capitalista que él mismo muchas veces invitó a luchar en contra, pero que es incitado por aquellos que se dicen llamar sus seguidores. Los cubanos conocemos bien de eso, ya sea por los altos precios de una camisa con su imagen, convertida en un burdo souvenir para atrapar turistas amantes del verde de lo rebelde, o de cómo cada sitio ligado a él -desde su imagen en la Plaza de la Revolución de La Habana hasta su mausoleo en Santa Clara- se ha convertido en un sitio ideal de obligada visita para algunos que ni siquiera saben que día nació, el nombre de su esposa o quien era Alberto Granados.

No es mi objetivo hablar del fenómeno del Che en Cuba, ni siquiera quiero entrar en debate sobre su imagen o sobre su ejemplo, tergiversado durante años hasta convertirlo en producto turístico o en una manida frase repetida hasta el cansancio por cada niño que sueña con “ser como el Che” sin siquiera comprender su humanidad más allá de lo heroico y desinteresado de su imagen. Ni siquiera daré mi opinión personal por el Che, con el cual tengo una relación de amor y odio. No es mi objetivo, al menos no en este escrito.

A lo contrario, quiero centrar este post en como interpretan en Suiza al Che y su imagen de “revolucionario”. En como por estos días su imagen es símbolo de cómo dije: una Revolución.

¿Qué pensaría el Ché sobre la comida rápida? Desconozco si alguna vez dio alguna opinión sobre el tema;aunque si recuerdo las palabras de mi profesora de Cultura Política en el politécnico cuando nos explicaba lo sucedido en Moscú el primer día de McDonald´s, la inmensa fila de moskovitas que, desafiando las inclemencias del clima, esperaban por probar uno de los símbolos de aquel “capitalismo horrendo” contra el cual años antes debían luchar. Mi profesora solía decir, a la hora de magnificar el gran poder de aquel suceso, que los rusos sentían más el deseo de probar una hamburguesa que de construir el socialismo. Y la lección de aquel día fue que McDonald´s y su amarilla M eran el enemigo del rojo impasible de la hoz y el martillo o del verde, cual color de las palmas, del “socialismo a la cubana”. Es por ello que podría sacar la siguiente lección: el Che podría no estaría de acuerdo con la comida rápida.

Pero en Suiza, dos símbolos que aparentemente no podrían tener puntos de conexión se unieron. El Che Guevara y la comida rápida, juntos en una revolución: la “Fast Food Revolution”, o lo que es lo mismo, “la Revolución de la Comida Rápida”.

La imagen de un Che Guevara mitad hombre mitad vaca servía como símbolo de esta “Revolución de la comida rápida”

Caminando por una de las calles de Ginebra, acabado de llegar a aquella ciudad, de camino hacia el hospedaje, encontramos un local de comida rápida perteneciente a la cadena “HolyCow”, especializada en carne de res. Un local, especializado en comida de una carne casi vedada para los cubanos (al menos para los de a pie y con salarios promedios), invitaba a sus potenciales clientes a embullarse con esta “Revolución” y comerse una hamburguesa de carne de res. Lo interesante de todo es que el símbolo de esta campaña no era nada más y nada menos que el Che Guevara. Pero no un Che Guevara cualquiera, ni siquiera el de la transnacional imagen de Korda, sino uno mitad hombre mitad vaca especializado en hacer parrilladas que, con su mítica barba y su puro en la boca, era la nueva imagen de esa “comida para el revolucionario”.

No sé cómo estará el sentido de humor de aquel que me lee. Quizás pueda parecer un sacrilegio, una afrenta a la imagen casi inmaculada que se tiene del Che y de su carácter divino; pero por lo que investigué, los suizos no lo hacen por maldad, ni siquiera como burla o como intento enlodar una imagen propia de ser de izquierda. Ni siquiera es parte de una campaña anticomunista ni nada que se le parezca. Los suizos -como muchos de esos a los que les vendemos camisetas, collares, relojes y postales- ven al Che como símbolo de lo revolucionario, de lo nuevo, de lo atractivo, de lo renovador. Y lo han enlatado hasta convertirlo en una herramienta de marketing al servicio de ese “engendro capitalista que es la comida rápida” como bien me decía mi profesora de Cultura Política.

Aquella publicidad osada resultó tan atractiva para mí que no puede dejar de pasar la oportunidad de probar de “aquella Revolución”. No era comida de otro mundo, ni siquiera era una “Revolución” sino una hamburguesa res, con envoltorio diferente, pero inspirada y con sabor a McDonald´s. Comida rápida común y corriente, de esa que solo dura pocas horas en ser digerida y en que vuelva aparecer la sensación de hambre. Me sentí engañado pero a la vez me puse contento de haberlo sido. Publicidad ingeniosa 1 – Sentido común 0.

Lo más interesante de todo es que no fui el único, detrás de mí seguía una fila de revolucionarios seducidos y sobre todo… hambrientos.

Local de “Holy Cow!” en Ginebra. A las afueras la sugerente publicidad con la imagen del Che