UNA ROSA EN TU MANO
En tus ojos la muerte y una rosa en tu manoSuave y poderosa,Del color de la muerte Es la rosa en tus manos.
Andamos en silencio, acaricias con las yemas de tus dedos aquello que creo debe ser mi alma, gozosa ella, llena de júbilo, te sonríe cándida y peligrosa, dulce, reservada, ardiente, entregada. Dejas libre el miedo, dejas libre el amor, dejas libres tus pies para que caminen a mi lado. Vuela el pensamiento, escribiendo versos, en tu cuerpo.
No, no vivo en lo irreal, no juzgues de ese modo un sueño. Tú, mi sueño, aquello real que esperé año tras año, a la sombra de la vida, con una rosa en la mano. No, no me pidas que sea otra que no soy, mundo traicionero, mundo enfermo, vanidades que aplastan seres, por siempre sensibles y sinceros, que luchan, que pelean, que aman sin freno, que se entregan al amor si reparo, que viven lo bello. No, no amarres el caballo, preciosa bestia que cabalga, que corre, sin descanso. Soy el huracán que arrasa, soy el niño que llora, risueño dolor que no abandona.
Vuelve a mí, romanticismo desgarrador, vuelven a mí los rosales de sangre.
El mundo de lo onírico hecho carne, hecho vivencias y huesos, tú, poeta, poeta de muerte, poeta de versos suaves y palabras fuertes, tú, poeta, que abandonas el lecho construido con lencería de encaje, de pesadillas, miedos y retos. Tú, poeta, que marcharás esta misma noche, que andas hacia la decadencia, dejando mi alma sola, suspendida, adentrándose en la caída, adentrándose en la nada de la que es presa. Tú, poeta, que recubres mi esqueleto de acero, que tienes miel en los labios, que tienes constelaciones en los ojos, que tienes la inmensidad acercándose a tu ser. Tú, poeta, que de tu mano cae la rosa del dolor y la muerte, tú, poeta, que marchas sin retorno dejando mi alma en vilo esperando la noche.