Con la llegada paulatina del buen tiempo -todavía quedan algunos días fríos por delante- y con el ánimo puesto en la efectividad de las vacunas que acaben con la pandemia, nacen los días para pasear y descubrir las ciudades al aire libre, esos edificios por los que hemos pasado tantas veces, pero en los que no hemos reparado bien. Si hay dos estilos arquitectónicos que enamoran son el modernista y el art decó. En nuestro país tienen mayor protagonismo en Cataluña gracias al gran Gaudí, pero en Madrid también hay excelentes ejemplos que os animamos a conocer; alguno de ellos incluso se puede visitar, pero ya sus fachadas son de gran interés.
Obras modernistas que impresionan
Primero os preguntaréis -lo hemos hecho todos- cuál es la diferencia entre la arquitectura modernista y la art decó. Pues pocas, es cierto. Pero el tiempo en el que se realizaron las construcciones entre unos edificios y otros y lo que se podrían denominar detalles con más magia y formas más caprichosas es lo que puede distinguirlas. El modernismo (art nouveau en francés) nació en la última década del siglo XIX y el art decó, más 'historiado', pero de gran belleza, tuvo su auge en los años 20 y 30 del siglo XX.
Empecemos por los edificios más emblemáticos del modernismo en la capital, en los que tuvo mucho que ver el arquitecto pontevedrés Antonio Palacios (1874-1945), que siguió -y enriqueció en Madrid- la corriente de moda que ensalzaba curvas, moldeados con mucha fantasía y aplicaciones ornamentales florales y vegetales. Él fue uno de los precursores, pero le siguieron, como vais a leer a continuación, muchos más.
Palacio de Longoria (Sociedad General de Autores)
Quizás el edificio más representativo del modernismo en Madrid -y también el más conocido, por su ubicación en una zona céntrica, en la calle Fernando VI del barrio de Chueca- es el Palacio de Longoria. Lo diseñó el arquitecto catalán José Grases Riera en 1902, con más influencia francesa que 'gaudísta', para que fuese residencia y lugar de trabajo del banquero Javier López Longoria. La piedra artificial de su fachada está modelada en volutas y formas orgánicas, vegetales, que se coronan con una cúpula de hierro y vidrio. No muchos años después de ser encargada por el financiero como residencia y sede de sus oficinas, exactamente en 1912, pasó a ser propiedad de la Compañía Dental Española y, desde 1950 es sede de la Sociedad General de Autores (SGAE). Se puede visitar, en una visita grupal reducida, a través de un formulario de la web de la SGAE.
Casa Pérez Villaamil
En el Barrio de las Letras, en la Plaza de Matute, 12, hay otro llamativo edificio de arquitectura modernista. La Casa Villaamil abrió su portal en 1908 destinada a viviendas particulares. En 1905 el arquitecto madrileño Eduardo Reynals Toledo, influenciado por el art nouveau, inició las obras de este edificio, reconocido como Bien de Interés Cultural. Es una de las construcciones más elegantes de la capital, con balcones y miradores de hierro y cristal y preciosas vidrieras de la prestigiosa Casa Maumejean, dedicada a la elaboración de estas bonitas cristaleras desde hace más de 150 años. Todos los detalles -desde la misma entrada al portal- resaltan el mimo con que fue construido este significativo edificio modernista.
Casa Gallardo
Otro buen ejemplo del estilo modernista, coronado con una gran letra G, en honor a las primeras propietarias del edificio, es la Casa Gallardo (calle Ferraz, 2, casi esquina con Plaza de España). Se construyó en 1914 y ese mismo año recibió por parte del Ayuntamiento el premio a la mejor casa del año. No fue el único con el que fue galardonada; en 1997 fue declarada Bien de Interés Cultural. Cuenta con dos fachadas con elementos ornamentales unidas por una cúpula, en la esquina, y con varios balcones con rejería y ornamentos que imitan hiedra trepante.
Los mejores ejemplos del art decó de los felices años 20
Herencia directa del modernismo llegan a Madrid, al centro de la capital y con la reciente inauguración de la Gran Vía, los primeros edificios, sofisticada especie de palacetes, del art decó, en los primeros años de la década de los 20 del siglo XX. Un claro ejemplo es el palacio del Círculo de la Unión Mercantil e Industrial, que nació como sede de la entidad en 1924. Los responsables de su construcción fueron los hermanos Luis y Joaquín Sainz de los Terreros Gómez, que ganaron el concurso público para realizarlo. Está ubicado en el número 24 de la Gran Vía y su parte trasera está en la calle de la Reina.
Las cuatro primeras plantas -destinadas a diferentes espacios, como locales comerciales- y con un sótano que albergó un gimnasio y una sala de esgrima, dan a un patio interior cubierto por una bonita vidriera que también procede de la Casa Maumejean. Los pisos superiores se destinaron a alquiler de viviendas con una delicada decoración que parte de su escalera de mármol y de un gran hall. Ya en la fachada están impresos motivos muy destacados del art decó.
Visitar bellos espacios destinados al espectáculo y la cultura
Curiosamente, muchos de estos edificios terminaron convirtiéndose en cines; casi todos ellos en la Gran Vía y zona centro. Es el caso del Edificio Carrión o Edificio Capitol, ya que en él se encuentra -entre algún local comercial- el Cine Capitol, uno de los pocos que se mantienen en Madrid (Gran Vía, 41). El edificio, con claras influencias del famoso Flat Iron de Nueva York y también de la arquitectura alemana de la época, se empezó a construir en 1927 y se inauguró en 1933. Los arquitectos que dieron forma a este curioso edificio en cuña fueron Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced y Eced. Destaca por el anuncio luminoso de la marca Schweppes que lo corona.
El hoy conocido como El Pavón Teatro Kamikaze (calle de Embajadores, 9) fue el antiguo Teatro Pavón, bautizado con el apellido del empresario que encargó su construcción al arquitecto Teodoro Anasagasti. Las obras terminaron en 1925. Refleja claramente el estilo de origen francés, incluida su torre con reloj. Después de años de éxito y de decadencia, se recuperó en 2001 y en él se instaló la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Hay otros cines, como el Callao (en la plaza del mismo nombre), que también se construyeron siguiendo este estilo arquitectónico, pero si hay un referente claro es el Ciné Doré, cuya actividad actual es la proyección de películas como sede de la Filmoteca Nacional, dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte. Su fachada llama poderosamente la atención, pero no fue la inicial. Nació como sala de proyecciones en 1912, en la calle Santa Isabel, 3. Pero su actual aspecto, el de su fachada, es responsabilidad del arquitecto Manuel López-Mora Villegas, que la reformó en 1925.
Con tranquilidad, mirando y admirando los detalles de estos edificios, el arte también se aprende en la calle. Fascinará hasta a los menores de la familia.