Una semana en Kuching

Por Bbecares

La pasada semana estuve en Kuching. Creo que ya he repetido mil veces que ADORO Borneo y su verde y sus miles de parques naturales y parques nacionales, pero os voy a contar cosas para los que tengáis pensado venir algún día de vacaciones (recomendado).

Para empezar, algo que me encanta de esta isla, es que, además de que la gente es majísima, los viajeros con los que te cruzas por aquí tienen un ‘rollo’ que va mucho conmigo. Gente que ama la naturaleza y que prefiere buscar sitios menos masificados turísticamente. Supongo que, por ese motivo, hice amigos geniales desde que estoy aquí.

Waterfront en Kuching

El otro día os contaba sobre el amor de viajero, que era intenso. También las amistades viajeras lo son. Porque conoces a alguien y si todo va bien, empiezas a hacer todo con esas personas y se crea una sensación de esas que yo digo que son estilo del ‘Gran Hermano’ de que en 4 días con alguien le tomas un cariño impresionante y parece que os conocéis desde hace tiempo. Así pasé la pasada semana en Kuching con gente de muchos países y fue estupendo. Ahora cada uno hemos tomado un ritmo, pero no os podéis imaginar lo que nos echamos de menos, que hablamos a diario y todo.

Lunes y martes tuve mucho trabajo, así que mi turisteo se limitó a visitar el pueblo de Kuching, cuya zona más bonita es lo que ellos llaman el ‘Water Front’, el paseo al lado del río, que por 5RH (unos 10 céntimos de euros) puedes cruzar a la otra orilla en un barquito. En la otra orilla hay lugares muy bonitos para comer, aunque casi todos ellos malayos (lo que supone que no hay alcohol).

El miércoles alquilamos una moto (10 euros si la alquilar por 24 horas y 5 si es sólo para el día) en una pequeña tienda cerca del ‘Hotel Borneo’ y fuimos a visitar las llamadas casas alargadas y comunitarias de bambú, típicas de las tribus de la región de Borneo, donde antes todo se compartía (ahora el individualismo también ha causado estragos en estas tribus y suelen dividir las casas), aunque comparten el patio). Y también visitamos a los orangutanes, que son unos animales preciosos.

El jueves, volvimos a alquilar la moto para ir al Parque Natural Kubah, donde hicimos un ‘trekking’ de unas dos horas hasta una catarata del parque, donde nos bañamos en una poza. Como aquí siempre hay que pagar para entrar a todo (5 euros cada vez), porque ya os contaré pero Borneo está literalmente ‘en venta’ para hacer ricos a los grandes resorts que se apoderan de montañas y playas como si fueran de ellos, aprovechamos el ticket para visitar un centro de animales. Eso no nos gustó muchos porque tenía a los animales encerrados. El centro de protección que vimos el día anterior es mucho mejor porque los animales están en libertad, buscando que aprendan a ser independientes en una selva que va quedándose sin árboles.

El viernes, ya nos habíamos hecho adictos a la moto y a la sensación de libertad que nos daba, así que volvimos a alquilarla, ese día para ir a la playa, a Damai Resort. Es la que está más cerca de Kuching. Como he dicho, la naturaleza se vende en Borneo. Y esa playa pertenecía a un hotel y tuvimos que pagar, sólo medio euro, pero no hay cosa que me parezca peor que una empresa se haya hecho dueña de una playa. Así que ese día simplemente descansamos hasta la hora que me tocó volver a trabajar.

El fin de semana lo pasé en el parque Natural de Bako, el más popular de la región de Kuching. Eso ya os lo contaré, porque merece un capítulo diferente.

Casas comunales o ‘Long Houses’. Antes las tribus lo compartían todo. Ahora parece ser que el individualismo también ha llegado a Borneo y, aunque comparten este patio de Bambú, las casas están divididas por familias. El patio de bambú hace de suelo. En Asia, a causa de las fuertes lluvias, muchas casas de las aldeas suelen estar hechas sobre largos pilares, para que no entre la humedad por el suelo de la casas.

La abuela de la familia se crió con humanos. Ahora el centro de conservación quiere que los orangutanes sepan ser independientes y poder sobrevivir solos en una selva que tiende a desaparecer a causa de los humanos. Pero a esta le encanta que la fotografíen.

Maravillosa cascada en Kubah National Park. Escalamos la cascada y nos bañamos en una pequeña poza, hasta que mis amigos descubrieron que había un animal en un rincón. No quise preguntar qué animal era, pero como me lo imaginaba, me fui de la poza. Al llegar a casa les dije que ya podrían decirme qué habían visto. Por supuesto, era una serpiente. Siempre tienen que fastidiar los buenos momentos de la naturaleza estos animales.

¿Habéis visto alguna vez un orangután más feo que este? Nada más que nos vio, vino a que le hiciéramos fotos. Se ve que les gusta mucho.

Damai Beach Resort. Hay que pagar por entrar, porque pertenece a una empresa. Yo me pregunto ¿cómo es posible que se venda la naturaleza? Pensé que eso era algo que pertenecía a todos.