Una semana en París. Día 1. Montmartre.

Por Elcalderodenimue @CalderodeNimue

El tren llegó a la estación de Austerlitz sobre las 12 de la mañana. Así que para las una de la tarde ya habíamos llegado al hostel, dejado las maletas en la recepción (no se puede entrar a las habitaciones hasta las 3 de la tarde) y estábamos listos para empezar nuestro paseo por el barrio de Montmartre. El Woodstock hostel está a menos de 10 minutos andando del archifamoso Moulin Rouge, y desde ahí comenzamos el paseo que nos proponía la guía.

Paseo que propone la Lonely Planet por el barrio de Montmartre.

  El Moulin Rouge es un famoso cabaret construido a finales del siglo XIX aunque el molino que se puede ver hoy es una réplica de 1925 del molino original. En realidad todo el barrio de Montmartre fue durante siglos un pueblito rural lleno de molinos que aprovisionaban a Paris de harina. Fue incorporado a la capital en el 1860 y el encanto pintoresco de la zona hizo que muchos artistas se mudaran a este área, convirtiéndose finalmente en uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad.

El molino rojo, está rodeado de tiendas eróticas y de otros cabarets y lugares de espectáculos. Hay colas a todas horas y si tenéis pensado ver un espectáculo lo suyo por supuesto es reservar. Nosotros, con nuestro presupuesto de mochileros no pensábamos entrar, sino simplemente curiosear, y de hecho nos pareció más autentico en otra visita nocturna que hicimos más adelante.

Moulin Rouge

Continuamos nuestro paseo ascendiendo por la calle Lepic donde se pueden ver la cafetería donde Amélie trabajaba en la película, el Café des Deux Moulins, y también la casa donde vivieron Vicent Van Gogh y su hermano.

Más arriba aún se llega a los dos molinos originales que aún quedan en el barrio. El Moulin Blute-Fin y el Moulin Radet, ambos convertidos en una sala de baile al aire libre en el siglo XIX. Aquí pintó Renoir su famoso cuadro “Le Bal du Moulin de la Galette“.

Moulin Blute-Fin Moulin Radet

Lo siguiente que encontramos en nuestro camino fue el cabaret Au Lapin Agile, una preciosa casita con una famoso mural en su fachada que representa un conejo saltando de una sarten.

Cabaret Au Lapin Agile

Justo enfrente del cabaret, nos topamos con una de las cosas que más nos llamó la atención de lo que llevábamos de paseo. ¡Un viñedo en pleno centro de Paris! El llamado Clos Montmartre se construyó en 1933 con la intención de frenar el desarrollo urbanístico… (¡qué se lo digan a la Vega de Granada que no se lo cree!) y sigue en funcionamiento hoy en día. En primavera es una explosión de color, pero el intenso frío que ha hecho estos días no ha dejado a las flores adornar la choza central.

Viñedos de Clos Montmartre Viñedos de Clos Montmartre

Justo en frente del viñedo nos encontramos en la esquina de las calles con el café La Maison Rose, que es el tema del famoso cuadro de Utrillo.

La Maison Rose

Si seguimos subiendo por la calle Corcot, a la izquierda nos encontraos con el Museo de Monmartre una antigua casa señorial del siglo XVII donde una vez vivieron Renoir, Utrillo y otros pintores famosos. En el museo se pueden ver sobre todo cuadros relacionados con el área. En la tienda del museo (al que no entramos) se pueden comprar botellitas de vino del viñedo de Clos Montmartre.

Cuando terminamos la ascensión por esa misma calle, ya podemos entrever las cúpulas majestuosas de la iglesia del Sacré-Coeur al que llegamos por un lateral, para finalmente encontrarnos ante las mismas puertas.

El acceso a la iglesia es gratuito, y sólo hay que pagar para los que queráis subir a la cúpula. El interior es bastante descomunal, pero las fotografías están prohibidas, así que os traigo solo imágenes de los exteriores.

Sacré-Coeur Sacré-Coeur Sacré-Coeur Sacré-Coeur Sacré-Coeur Sacré-Coeur

Sacré-Coeur

Una cosa a tener en cuenta, a parte de las riadas de gente por toda la explanada y las gradas son los timadores. Se os acercarán pidiéndoos que les deis un dedo, y una vez que se lo ofrezcáis os atarán unos cordones en él para haceros una pulsera. Por supuesto que de gratis nada, es una técnica similar a la de las gitanas del romero. Así que ¡ojito! Esto pasa sobre todo al final delas escaleras, casi llegando ya al tiovivo. 

Desde este punto tomamos el funicular (gratis con el NaviGo) otra vez hasta lo alto donde continuamos nuestro paseo callejeando un poco sin rumbo. Aquí fue la primera vez que me topé con la visión de la Torre Eiffel en la lejanía…y me enamoré.

Es curioso como una imagen tan vista, y por así decirlo tan “manida” te puede impactar tanto una vez que la ves en persona. ¡Es una tontería pero de repente estaba entusiasmada con estar en París!

Torre Eiffel desde Montmartre

Callejeando llegamos a la famosa Place du Tertreantiguamente la plaza del mercado del pueblo de Montmartre, y hoy en día un hervidero de gente, músicos callejeros, cafés, turistas, pintores, retratistas y carteristas. Si quieres llevarte un recuerdo original de Montmartre puedes dejar que te retrate uno de los muchos caricaturistas y retratistas que encontrarás en la plaza. ¡Es increíble la velocidad a la que dibujan!

Place du Tertre Place du Tertre

Parada de Metro de Abbesses

Ya bien caída la tarde llegamos al punto final de nuestro paseo, la parada de metro de Abbesses, con su especie de dosel de cristal. ¡Y es que en París hasta las paradas de metro tienen clase!

Justo detrás de la parada de metro, hay una pequeña placeta o parquecito donde encontramos otra de las curiosidades de este barrio, y que refuerza la idea de París como ciudad romántica… Un mural en la pared del parque nos recuerda como decir te quiero en más de 300 idiomas diferentes. Otro detalle de este barrio que te hace sonreír. :)

Muro del “Te quiero”

Después de esto, nuestros cuerpos iban necesitando un descanso, así que pensamos pararnos en el primer café que encontrásemos a tomar… pues eso, un café. Este fue nuestro primer encuentro con los precios de Paris… En dos o tres sitios que vimos en la carta podíamos leer: “Cappuccino – 6,50€” ¿Cómooooooo? “Café au lait – 5€” Nos iba a dar un pasmo, pero realmente necesitábamos algo caliente en el cuerpo. Comenzamos a caminar hacia el hostel, alejandonos un poco de las áreas más turísticas, hasta que por fin encontramos un sitio donde el café au lait eran 3,20€ ¡¡3,20€ por un café y allí te parece barato!! Es de locura, aunque me imagino que los salarios estarán a la altura, porque en realidad los bares estaban llenos de gente.

En fin, la verdad es que disfrutamos mucho el cafelito en nuestra terracita (seguramente habría sido más barato tomado dentro en la barra) y nos sirvió para relajarnos y darnos energía para seguir caminando hasta el hostel. En la misma esquina de la calle del hostel hay un supermercado, donde hicimos la compra de la semana para preparar sandwiches y cenas para no gastar mucho dinero comiendo en la calle. Esa noche cocinamos la cena después de esperar un buen rato  a que unas chicas chinas se hirvieran unos huevos, que los ponían a fuego lento durante un ratazo y se les quedaban como crudos, y luego los tomaban calientes con no se qué más. Se formó un colón en la cocina, pero ya aprendimos que al día siguiente tendríamos que venir más tarde (¡más temprano no que no eran ni las 9!).

También aprovechamos un poco la common room para dar señales de vida a España y para comprobar el tiempo que se presentaba para la semana, descubriendo con susto que las temperaturas iban a oscilar entre los 8 y los -3 grados y que el sol que habíamos visto hoy no aparecería ya en varios días. Nos tomamos también nuestro tiempo para pensar un poquito el paseo del día siguiente, que decidimos que serían Las Islas con la archifamosa catedral de Paris Notre Dame y la torre Eiffel y la plaza de Trocadero.

Eso es todo por hoy, ¡mañana más!