Siempre estuvieron ahí, al lado de las personas en sus momentos más difíciles. La pandemia, sin embargo, los situó en primera línea de fuego convirtiéndolos en el verdadero sostén del sistema sanitario nacional. Son los profesionales de Medicina de Urgencias y Emergencias (MUE), un colectivo médico imprescindible que dice sentirse maltratado por ese mismo sistema del que son un baluarte esencial. Y el resultado de dos problemas crónicos: la ausencia de una especialidad médica reglada y el exceso de interinidad en las contrataciones públicas, que se retroalimentan. Sin embargo, no se acaba de dar con una solución económica o política. Ahora, tras años de reivindicaciones, los MUE exigen soluciones urgentes que los equiparen con sus compañeros europeos.
"Con los profesionales sanitarios de urgencias no hace falta pedir hora, estamos disponibles 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al año. Somos la primera cara que ven los pacientes cuando ingresan en el sistema sanitario, muchas veces, aquejados de un problema de salud grave", recuerda Andrés von Wernitz, médico adjunto del Servicio de Urgencias de Hospital Universitario de La Princesa de Madrid y portavoz del colectivo SomosUrgencias, SomosUno, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a sensibilizar sobre la situación real de los internistas de urgencias en nuestro país. Según los últimos datos, solo en 2019 se produjeron 30 millones de consultas en los Servicios de Urgencias Hospitalarios (SUH) españoles, además de otros seis millones de atenciones llevadas a cabo por los Sistemas de Emergencias Médicas (SEM). De hecho, seis de cada diez pacientes que ingresan en los hospitales lo hacen a través de los servicios de urgencia.
Los médicos de urgencias llevan años reclamando al Ministerio de Sanidad una formación regulada que les equipare con el resto de compañeros sanitarios
A pesar de los números, este servicio esencial no disfruta de un reconocimiento profesional que sí tiene en otros países de nuestro entorno: España, Chipre y Portugal son los únicos miembros de la Unión Europea que no tienen una especialidad médica en Urgencias y Emergencias, lo que convierte a nuestro país, en palabras de von Wernitz, en "una anomalía que nos sitúa muy lejos de sistemas sanitarios como el británico, donde la especialización reglada en este campo de la medicina existe desde hace casi 50 años". La ausencia de ese reconocimiento contraviene incluso las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en mayo de 2019 instaba a todos sus Estados miembros a "desarrollar sistemas de urgencias y una especialización adecuada de los profesionales como garantía de equidad, igualdad y salud en los sistemas sanitarios".
Los profesionales españoles no se encuentran solos en sus reivindicaciones. En un informe conjunto del año 2015, los Defensores del Pueblo de todo el país ya hicieron referencia a su precariedad. Por otro lado, el pasado mes de mayo, más de una treintena de sociedades científicas españolas firmaron una carta solicitando al Gobierno la creación de la Especialidad en Medicina de Urgencias y Emergencias con el fin de garantizar la mejor asistencia posible a los ciudadanos. La cuestión es: si el clamor suena tan fuerte, ¿por qué no se hace algo al respecto? "El decreto ha estado varias veces encima de la mesa del ministro para su firma. Si no se ha hecho es porque hay una fuerte oposición de dos especialidades médicas (internistas y médicos de familia) que lo bloquean ", denuncia von Wernitz.
"Pagué los cursos especializados de mi propio bolsillo"
El colectivo de médicos de Urgencias y Emergencias es el segundo más numeroso de la clase médica en España. Desde SEMES, la sociedad que aglutina a 11.000 profesionales sanitarios de la especialidad, llevan años reclamando al Ministerio de Sanidad una formación homogénea y regulada para estos médicos, así como su completa equiparación administrativa, social, docente y de perspectivas profesionales con el resto de servicios sanitarios. El problema, además, tiene una doble vertiente: la inacción administrativa frente a la protección de los médicos de urgencia no solo afecta a los profesionales, también a los pacientes. "Así no es posible garantizar una asistencia uniforme para los pacientes", argumenta su presidente, Tato Vázquez Lima. "Si tienes un problema de corazón y acudes a un cardiólogo, el profesional que te atiende podrá ser excelente, bueno, o regular; pero, al menos, tienes la garantía de que ha recibido una formación básica en ese campo que, además, es similar a la del resto de sus colegas. Sin embargo -y aunque parezca imposible de creer- esto no sucede con los servicios de urgencias".
¿Quiere decir que los urgencistas españoles son malos profesionales? En absoluto. De hecho, aclara el doctor von Wernitz, "el nivel de urgencias de España es de los más altos del mundo, pero gracias a los esfuerzos que hacemos los médicos". Una de las consecuencias de esta falta de itinerario formativo es, precisamente, que cada profesional se ve abocado a autocapacitarse por sus propios medios, en función de su tiempo, presupuesto y nivel de motivación. "En mi caso, siempre quise ser médico de urgencias, pero cuando empecé me di cuenta de las lagunas. Tienes que enfrentarte a infartos, accidentes de tráfico y otras situaciones para las que necesitas preparación especifica. Así que, durante cuatro años, estuve compaginando la formación en mi especialidad de origen con cursos especializados que me pagaba de mi propio bolsillo ", relata Andrés von Wernitz.
Von Wernitz: "Hay compañeros que llevan décadas encadenando contratos precarios y, si ahora saliera su plaza a oposición, podrían acabar en la calle sin derecho a indemnización"
Aunque no todas las personas que pasan por el departamento son tan vocacionales. En esa tierra de nadie donde parece habitar la especialidad hay algunos médicos urgencistas que están allí simplemente de paso, esperando a encontrar una salida. "Esto provoca una gran inestabilidad en las plantillas", lamenta el doctor Vázquez Lima. En las presentes, pero también en las futuras. Porque "mientras las especialidades regladas tienen asegurado su futuro a través de la entrada periódica de nuevas generaciones de residentes, en Urgencias no esta garantízalo ese relevo", continúa el presidente de SEMES.
Además, el limbo de las urgencias tiene otro tipo de consecuencias más sutiles. Por ejemplo, en lo referente a su capacidad de influencia dentro del hospital. "Los servicios sanitarios están organizados en torno a especialidades. En cada hospital, por ejemplo, hay un jefe de Servicio Digestivo porque existe una especialización de medicina digestiva. Y así con todas. ¿Qué ocurre? Que no es lo mismo que ese jefe pida una partida presupuestaria o mayores recursos para su departamento a que lo pidan 'los chicos de urgencias', sin esa jerarquía reconocida dentro del hospital", explica Andrés von Wernitz.
La trampa de la temporalidad
En nuestro país, la legislación española establece como requisito para concurrir a unas oposiciones ser capaz de garantizar las competencias necesarias para poder desempeñar la posición a la que se aspira con éxito. Pero, en la práctica, al no existir una especialidad reconocida que acredite la competencia de urgencias, cualquier médico con especialidad adquirida a través del examen MIR puede participar en una Oferta de Empleo Público (OPE) para la categoría de Médico de Urgencia Hospitalaria, con independencia de su formación y experiencia previa en un servicio de urgencias hospitalario. Este vacío ha propiciado un abuso de la temporalidad en las contrataciones: solo en la Comunidad de Madrid, donde nunca se ha completado una OPE para esta categoría profesional, la temporalidad alcanza el 88%.
Solo en la Comunidad de Madrid, la temporalidad de los urgencistas alcanza el 88%
La situación ya ha llegado a oídos de la justicia. Concretamente, fue acreditada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en una sentencia el 19 de marzo de 2020. Pero ¿hay solución? Los profesionales creen que abrir ahora un proceso de oposiciones traería más problemas que beneficios, además de dejar en situación de desamparo a miles de médicos que sostienen el sistema de urgencias. "Hay compañeros que llevan más de dos décadas encadenando contratos precarios y ahora, si saliera su plaza a oposición, podrían verse en la calle y sin derecho a indemnización", advierte Andrés von Wernitz.
En este escenario, lo que las asociaciones de urgencistas reclaman al Ministerio de Sanidad es una solución de urgencia para consolidar esas plazas y transformar a los empleados públicos temporales con más de dos años de experiencia en una plaza vacante de figura laboral asimilable -en cuanto a estabilidad, derechos y obligaciones- a los trabajadores fijos o de carrera. De esta manera, además de restituir una situación ilegal, se evitaría otro grave problema, en opinión de von Wertnitz: "Que se rompan equipos de trabajo altamente especializados y cohesionados". Las reivindicaciones de este y otros profesionales de urgencias podrían resumirse en la conclusión de Vázquez Lima: "Si a cualquier ciudadano de este país se le preguntara quién le gustaría que le atendiera tras sufrir un accidente grave, ¿cual sería su respuesta? ¿Personal en formación y médicos sin experiencia previa en urgencias, o auténticos especialistas formados?".
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