La mujer de la foto sonreía. Disfrutaba de una comida campestre y sentada en la hierba sostenía en brazos un bebé de pocos meses. El sol brillaba en su pelo y en las copas sobre el mantel de cuadros. Se la veía dichosa y agradecida, como si anunciara: "Sonrío porque la vida me sonríe a mí".—Era muy guapa —dijo la empleada del asilo devolviéndole la foto al anciano, y empujó su silla de ruedas hasta la ventana pensando con envidia que ella nunca tendría motivos para sonreír así.—Es la última fotografía que le hice. Se suicidó esa misma tarde. Mientras yo dormía la siesta.
Texto: Asun Gárate Iguarán