Una tardía

Por Isabel Martínez Barquero @IsabelMBarquero
Esta mañana me he despertado evocadora. Un trozo de mi infancia ha desfilado en mi sueño, aquel en que cogía un cuaderno, un bolígrafo y me ponía a la gratificante tarea de contarme alguna historia. Después, un halo de niebla ha empañado la visión y, enseguida, calles de un gris ceniciento me conducían a lugares sombríos a los que no deseaba acceder. Dentro, todo era un barullo. Una voz chillona me señalaba como la responsable de los asuntos legales. Me angustié, no obstante dominar la materia sobre la que debía responder. De nuevo me veía inmersa en una realidad no deseada. ¿No había acabado para siempre esa etapa de mi vida? ¿Por qué el tiempo había retrocedido?Agitada, he comprendido que me hallaba en un sueño y desperté.Muy rápida, pongo los pies en suelo, para que no vuelvan las imágenes que me alteran. Mientras voy al cuarto de baño, pienso que últimamente tengo unos sueños que me llenan de trajines las noches. Vienen a ellos seres que hace muchísimo tiempo que no veo, algunos muertos ya, y me observo a mí rejuvenecida físicamente, pero muy apesadumbrada por la carga de llevar sobre mis hombros un destino que no me gusta.Ya en la cocina, mientras me preparo el desayuno, soy consciente una vez más de la suerte inmensa que he tenido. Haber dado un giro absoluto a una vida que no me complacía desde un punto de vista profundo ha sido una gracia absoluta, un indulto por el que me siento como si hubiera estrenado la vida hace tan solo unos años.Ante la pregunta de si soy o no una escritora tardía, que en ocasiones me hacen, no sé muy bien qué responder. Si por tardía entiendo el hecho de haber empezado a publicar una vez cumplidos los cincuenta, es cierto que soy tardía. Pero si echo la vista atrás y me veo robando horas al sueño para escribir unas palabras, sé que no tengo nada de tardía, que esta historia empezó hace muchísimos años, siendo apenas una adolescente.Al principio, joven como era, asistía a tertulias literarias en mi ciudad, publicaba en revistas poemas y no me perdía acto que tuviera que ver con la literatura. Empecé a conocer gente y empezaron a conocerme.Después, una vez concluida la carrera, la vida y sus rigores se impusieron. Traslados a otras ciudades, desconocimiento del ambiente literario en ellas, exceso de ocupaciones que se unían al esfuerzo evidente de arraigar en otros escenarios. Solo de vez en cuando podía permitirme el lujo de la escritura. Y jamás pensé en sacar adelante lo escrito, porque ¿a quién conocía yo?, ¿a quién me dirigía? En una ocasión, tuve suerte, cuando conseguí una prestigiosa Hucha de Plata en el concurso de la Confederación Española de Cajas de Ahorro: en uno de mis frecuentes viajes de Toledo a Madrid por motivos de trabajo, me llevé un sobre que albergaba un cuento que presenté en mano en la calle Alcalá. Y fue premiado y asistí a un acto de entrega del que tengo vívida memoria.Llegó el después de esa isla. Intenté salir al público sin conseguirlo. Mi poco nombre y mi escaso tiempo me convertían la tarea en sumamente escarpada. Así que opté por escribir por el solo placer de hacerlo, para mí, al margen de reconocimientos. Incluso tuve épocas en que me propuse ser normal y no escribir, como ocurría con la mayoría de las personas que me rodeaban. Pero la cabra tira al monte y yo ya estaba mortalmente enferma de literatura, no había sanación posible. Si no escribía, aunque fuera de forma desordenada y a trancas y barrancas, me mustiaba y la tristeza me invadía, con lo que no me aguantaba ni yo, y a mí me gusta estar alegre.Me resigné a mi vida profesional externa, bastante brillante si he de calificarla ahora con el paso de los años, porque soy bastante responsable y me gusta hacer las cosas bien; pero por dentro discurría un río silencioso que cada vez me exigía más y yo tenía menos tiempo para alimentarlo.Por hechos que no vienen al caso, llegó mi liberación. Desde entonces, desde febrero de 2010, me dedico en cuerpo y alma a lo que siempre he amado. Poco después, en 2011 sentí la necesidad de publicar y me embarqué en la aventura de buscar dónde. Pero esa ya es otra historia (y nada fácil, por cierto).Tras todo lo plasmado, sé que me comprenderéis cuando no sepa discernir si soy autora temprana, mediana o tardía. Depende desde qué prisma se mire.+++++++++El próximo lunes 16 de abril, a las 17,30 horas, estaré con Mujeres de otoño en la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de Cartagena, C/Mayor, 27, 2º. Quien le pille cerca y le apetezca puede acercarse.