Una técnica fatal: “el escupito”

Publicado el 31 mayo 2013 por Bebloggera @bebloggera
Por La Churro desde Chile

No solamente una vez, no solamente con un hombre, sino han sido reiteradas las ocasiones y muchos los personajes que en el momento donde se da la cosa sensual y las prendas de ropa ya están fuera, acuden a la milenaria (y, sin embargo, también la más fatal) técnicas amatoria: “el escupito”. ¿No sabe cuál es? Aquí se la cuento.

Se encuentran ambos cuerpos candentes y sedientos de pasión, la cosa va por buen camino. Las segundas intenciones ya se revelaron hace rato y no hay ropa que interfiera con el acto sexual… pero por algún motivo, a veces físico, a veces mental y otras contextual, tu cuerpo no se encuentra listo del todo y le  falta un poco de lubricación para concretar la cochinada. Entonces hábilmente vuestro compañero recurre a la, según él, infalible técnica: delicadamente escupe su manito y te la pasa por la vulva o el ano, ya que en su única neurona viva, la saliva es el mejor lubricante universal. ¡¡¡Por favor hombres!!!

Primero, la saliva tiene más gérmenes y bacterias que cualquier otra cosa. Científicamente, es más higiénico tener sexo que compartir un helado. Pero no soy escrupulosa, así que acudo al argumento dos.

Segundo, ¿y quién les dijo que la saliva nos lubrica? Dos gotas de baba no son suficientes en sí para que vuestro pene me penetre con total facilidad, ni tampoco producen ninguna reacción químico-biológico para que me “moje” más.

Tercero, ¿se imaginan algo más matapasiones que alguien escupiendo en plena previa sexual? Completamente contraproducente, se me quitó la calentura ipso-facto.

Querido, si usted quiere que yo me moje rápidamente (que fea expresión), puede comprar en cualquier farmacia o sexshop del mundo un lubricante por no más de $1.500.- (pesos chilenos). Ahora, si no le gusta trabajar con ayuda o simplemente no tiene uno a mano, pues haga lo correcto para que yo me excite lo suficiente de modo que usted me pueda penetrar sin ayuda. Ahora, si quiere que su pene vaya por otro camino y este no se lubrica por sí solo, entonces, simplemente negociemos de la forma correcta y prontamente solucionaremos el dilema.

Solamente le pido de una forma gentil que considere que ¡no quiero mi ano ni mi vagina llenos de su baba! No está de más recordarle, como ya comenté en una entrada anterior, que el órgano sexual más importante que tenemos es nuestro cerebro.