Ese día conocí a Pipo y la perrina que trajo a esterilizar. Vi por su pelo que necesitaba cuidados y luego, al ver los perros que llevaba en su furgoneta, se nos encendieron todas las alertas. Cuando nos pidió ayuda para darles de comer a los 43 perros que tenía, le propuse quedarnos con la perrina que había traído a castrar y llevarle (personalmente para poder ver como estaban los animales) unas latas para alimentarlos.
El viernes, 1 de junio, nos pusimos en ruta. No nos cogía el teléfono, pero como más o menos nos había indicado el camino, decidimos ir de todos modos. Preguntando en el bar del pueblo nos explicaron como llegar.
En cuanto aparcamos, empezamos a llamarlo y los perros a ladrar, pero nadie respondía. La furgoneta estaba en la puerta y dos perros dentro mientras el calor subía. Abrimos la puerta de la furgoneta para que los perros pudieran respirar y darles agua, mientras seguíamos llamando al señor. Nos percatamos de que el candado estaba quitado y la puerta cerrada con el pasador. Empezamos a preocuparnos.
Entonces apareció un vecino que, ni corto ni perezoso, se puso a tirar una perra que había encontrado, por encima de la valla, delante de nuestras narices!!! Mi compañera Diana se lo impidió y empezó a hablar con él. Le explicó que veía a Pipo cada día y que el día anterior no
lo había visto. En ese punto decidimos llamar a la Guardia Civil.
Cuando llegaron y entraron, confirmaron que Pipo estaba muerto, rodeado por sus perros.
En ese mismo momento nos pusimos a dar de comer y beber a todos los animales, mientras el Ayuntamiento de Castrillón se desentendía del tema, dado que los perros no estaban en la vía pública y tenían dueño!!!
A partir de ahí, turnos para darles de comer, búsqueda de casas de acogida y primeros tratamientos veterinarios,...
Ya hemos empezado a vacunar, desparasitar, tratamientos para la sarna y esterilización de las hembras.
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PERSONA DE CONTACTO QUE DIFUNDE ESTE CASO inesgarciadepaco@gmail.com