Traducción: Carlos Milla SolerAño: 2013ISBN: 978-84-0135-4793Nº de páginas: 368
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Una verdad delicada comienza situándonos en Gibraltar, donde el subsecretario de Estado de Asuntos Exteriores Fergus Quinn, junto a un contratista de defensa privado, han organizado una operación contraterrorista cuya finalidad es capturar y secuestrar a un valiosísimo traficante de armas yihadista. La operación se llevará a cabo bajo el nombre en clave de Fauna y se mantendrá en absoluto secreto, de tal modo que ni siquiera el asistente personal de Quinn, Toby Bell, tendrá acceso a ella. Como colaborador, el subsecretario recluta a un funcionario del departamento de inteligencia que operará bajo el nombre de Paul Anderson, quien será enviado a Gibraltar como observador con la misión de convertirse en los ojos y oídos del subsecretario in situ. Sin embargo, Toby Bell comienza a sospechar que su jefe está planeando una operación encubierta y en consecuencia, toma medidas para enterarse de lo que está sucediendo, lo que provoca que sea asignado inmediatamente a un destino en el extranjero.
Transcurridos tres años desde entonces, Toby Bell recibe una carta de la persona que se esconde detrás del nombre de Paul Anderson en la que le solicita ayuda para descubrir lo que realmente sucedió en la misión de Gibraltar, logrando así que Bell se implique nuevamente y juntos intenten sacar a la luz unos hechos que se han mantenido ocultos durante ese tiempo.
Tengo que confesar que el comienzo de la lectura de Una verdad delicada ha sido complicado para mí. He tardado casi cien páginas en situar a los personajes y coger el hilo de lo que estaba sucediendo, pero una vez que lo he logrado, la novela me ha ido atrapando y he disfrutado cada vez más con su desarrollo.
Nos encontramos con una división en tan solo siete capítulos que son bastante extensos y en los cuales John le Carré mantiene un ritmo intenso, lo que hace que no puedas parar de leer. El libro empieza situándonos en Gibraltar, donde observamos lo que sucede en torno a la operación Fauna, en la que intervienen varias personas desconocidas para el lector y todo ello mezclado con los recuerdos del momento en que Paul Anderson es asignado a la misma para, a continuación, cambiar la acción completamente, situando a Toby Bell como protagonista en una ubicación diferente. En este punto yo me encontraba un tanto perdida pero una vez reubicada y con todos los datos enlazados, no he tenido ningún problema para seguir la trama y disfrutar de un desarrollo que me ha mantenido en tensión hasta el final.
En cuanto al estilo que encontramos en la obra, John le Carré hace gala de una prosa fluida, precisa y desnuda de artificios o recursos innecesarios, empleando abundantes diálogos en los que se sostiene buena parte del avance de la trama y destacando así mismo las minuciosas descripciones tanto de personajes como de ambientes. La narración corre a cargo de un narrador omnisciente y un recurso que utiliza y que a mí me ha gustado bastante es que alterna la tercera persona en pasado y presente, logrando en este último caso dar más énfasis a las escenas en cuestión, haciéndolas más visuales y logrando que nos sintamos parte de las mismas.
Son dos las personas que se convierten en los ejes centrales de Una verdad delicada y en ellos es en quienes vamos a encontrar una caracterización más compleja y detallada tanto a nivel físico como psicológico. Por una parte está Toby Bell, un joven británico con un gran porvenir, idealista, luchador y ambicioso que hará todo lo que esté en su mano para destapar una operación que él cree que se ha llevado a cabo de manera encubierta, aunque eso suponga poner en peligro tanto su puesto como la posición privilegiada que ha alcanzado en los últimos años.
Por otra parte tenemos a la persona que se esconde tras el nombre de Paul Anderson, oficial veterano del Foreing Office que ha recibido el título honorífico de Sir por el trabajo realizado y a quien conocemos jubilado e instalado tranquilamente en Cornwell hasta que tenga que enfrentarse a los hechos en los que tomó parte en el pasado, los cuales sacudirán su conciencia y harán que necesite sacar a la luz una verdad que se ha intentado mantener oculta a toda costa.
El resto de figuras quedan mucho más desdibujadas, limitándose a ejercer un papel necesario para el avance de la trama, pero sin ahondar demasiado ni en su psicología ni en sus personalidades, por lo que no observaremos en ellos una marcada evolución ni llegaremos a conocerlos demasiado más allá de la función que tienen asignada. No obstante, esta función tiene una notable importancia en algunos casos y así destacan Giles Oakley, jefe de sección de Toby Bell que se convertirá en su mentor y mecenas; Fergus Quinn, el ambicioso subsecretario de Asuntos Exteriores o Jeb Owen, uno de los hombres que participará activamente en la operación Fauna.
Uno de los planteamientos que refleja Una verdad delicada gira en torno al dilema moral al que se enfrentan sus personajes, que tienen que escoger entre lo que les dicta su conciencia o mantenerse leales y seguir su vida adelante aprendiendo a vivir con el sentimiento de culpabilidad. En este sentido encontramos diferentes posturas que se inclinan hacia una u otra posición, aunque el punto más interesante es observar las emociones y reacciones de los dos protagonistas, en especial de Anderson pues tiene que hacer frente tanto a sus propios pensamientos como a las recriminaciones de las personas más cercanas.
Por otra parte, de la lectura de Una verdad delicada podemos extraer una cierta crítica hacia diversos aspectos de la situación actual. En el momento en que se sitúa la acción, la guerra de Irak está a punto de comenzar y así por ejemplo encontramos alusiones a la posición adoptada por los gobiernos con relación a una guerra que en lugar de instigar deberían impedir, a la corporativización de las guerras, en las que los ejércitos regulares profesionales ya no son rentables siendo más eficaces los contratistas de defensa privados o a la función de espionaje ejercida por los diplomáticos de carrera, que acaban en las mesas de negociación del mercado de la información secreta.
El final se encuentra en consonancia con el tono realista que domina toda la novela y así nos encontramos un cierre un tanto abierto para que sea cada lector el que extraiga sus propias conclusiones. A mí este tipo de finales no me acaban de convencer pero en todo caso es cuestión de gustos y lo que es la línea argumental principal queda cerrada, resolviendo el enigma que mantiene en torno a la operación Fauna.
En definitiva, Una verdad delicada es una novela con la que disfrutarán los aficionados a las novelas de espionaje, servicios secretos y conspiraciones políticas. Partiendo de un interesante planteamiento, John le Carré construye una trama bien desarrollada en la que el ritmo se va intensificando a medida que avanzamos logrando mantenernos en tensión y que no podamos abandonar la lectura hasta llegar al final.
FUENTES: imagen autor aquí
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