Hoy me siento algo melancólico. Por eso escribo este poema. Espero que os guste.
Una vez pregunté al viento
el lugar donde ocultó
ese susurro tuyo, aterciopelado,
la voz que en un silencio,
poco a poco me envolvía.
Y aunque creas que no importe,
que ya la lejanía del tiempo,
cuando éramos aún jóvenes
justifique aquellos instantes,
tan llenos de pasión incontrolada,
para mi, siempre te recordaré.
Una vez pregunté a la noche
si podría ser el guardián de
tus más profundos sueños.
No es por nada y es por todo.
Quisiera ser, si me lo permites,
protector de tus anhelos,
pero sin molestarte,
sólo déjame contemplar
tu silueta, tu figura.
Sentarme a tu lado y,
si me permites, acurrucarme.
Porque todo lo tuyo
me pertenece, tu sonrisa sin igual,
tu frágil cuerpo, toda entera.
Y todo lo mío
te pertenece, mi silencio resignado,
mi amor incondicional, todo entero.
Una vez pregunté a la vida
cuántas veces me equivoqué,
y, sobre todo, el por qué.
si mis sinceras lágrimas
bastaría, al menos,
para sentir el perdón
de mi perdida alma.
Una vez pregunté a la montaña
si desde lo alto de la cima,
es verdad sentirse libre,
dueño de tus sentimientos,
amante de tus imposibles recuerdos.
Rozar con los dedos las nubes,
extender los brazos y perder
la mirada hasta el infinito,
allá donde el horizonte se une
en una línea inmaculada.
Una vez pregunté al océano
por alguna isla desierta,
donde tu nombre sobre
la arena remota escriba
y sólo tú seas el centro
de todos mis pensamientos.
Una vez pregunté a la muerte
la cercanía de su abrazo,
tan inexorable como oscura,
para, en esos últimos instantes,
volver a sentir tu aliento.
Una vez pregunté al amor
si después de ti
volvería amar tanto
como te pude querer.
Una vez pregunté a la soledad
cuántas cosas me perdí,
acaso amanecer juntos,
embriagados del jazmín,
tus manos en mi piel.
Ya se que es tarde,
porque el tiempo pasa,
casi sin darnos cuenta.