Celebrado lo cual, leo párrafos un poco desilvanados, ligados de manera un tanto forzada por la historia de los monjes de "De ratones y hombres.", una película de Xavier Beauvois cuya existencia desconocía.
Comprar el libro ya está justificado por imaginarse a Morandi pincel en mano y leer sobre la poesía de Kenyon. Kenyon mola, sí, como molan Sylvia Plath o Yeats o Seamus Heaney , pero algún día tendríamos que hablar sobre la fascinación por los poetas anglosajones desde una cultura como la nuestra, que tiene en nómina desde los trovadores medievales hasta Miguel Hernández o Lorca, pasando por Santa Teresa o Rosalía -la de Castro-. Lo que pasa es que, más allá de la sensación de spa que da su lectura , es demasiadas veces inconexa y en ocasiones monótona.
Trato un poco desigual: Mompou me da un poco de pena, no sé si por ser el de casa su vida pasa por el libro sin pena ni gloria. Jane Kenyon pasa con bastante pena (propia de poeta torturada, cómo no... ) y Morandi pasa con bastante gloria, porque de los tres el aquel que uno quisiera ser, aunque sea incompatible con mi carácter el dedicar tanto rato a la fascinante observación de los tonos de sus naturalezas muertas.
Pero siempre nos queda Bolonia.