ABC.es / Para responder a esta delicada pregunta hay que entender conceptos clave. El primero es que un aborto, siempre, sin excepción, supone acabar con la vida de un ser humano. El segundo es que la violación es una atrocidad y un delito que debe perseguirse. Pero tal vez uno de los datos que más ilumina este problema es el que nos muestra que el embrión no es culpable de lo que le sucedió a su madre, ni de que su padre sea un criminal. La cualidad humana del embrión, y por tanto su dignidad y el derecho a ser protegido, no depende de lo que sucedió entre sus progenitores.
El problema se vuelve aún más dramático cuando entendemos que el aborto no soluciona, ni cura, ni hace desaparecer lo ocurrido (www.educarhoy.org). Es peor: al trauma de la violación se suma el del aborto. Entonces es cuando cabe preguntarse: si no contemplamos la pena de muerte, ni siquiera para el violador, ¿por qué algunos la defienden para el hijo?
En este asunto el componente emocional es muy alto y el deseo de “resolverlo” rápidamente es comprensible. Pero para ayudar de la mejor manera a la madre (la primera víctima) y al hijo (la segunda víctima) no debemos dejar nublar nuestro juicio por ese dolor tan intenso, ya que nos arriesgamos a complicar más la situación y hacer pagar a un inocente por algo que no hizo.
En todo caso la madre no tiene que criar forzosamente a ese niño. Puede continuar con el embarazo y, llegado el momento, darlo en adopción: una respuesta más humana que además ayuda a la madre a curar de una mejor manera su dolor. Una vez, una madre que había sido violada dijo con legítimo orgullo: “Decidí que la espiral de violencia se acababa en mí y que no debía afectar a mi hijo. Fue duro darlo en adopción pero la decisión era o yo perdonaba o yo le transmitía la agresión a mi hijo matándolo. Decidí ser la fuerte… y no me arrepiento”. En la esencia de la maternidad está el poder de desarrollar una gran valentía como esta y las consecuencias son siempre más liberadoras.
Versículo agregado por quien publica: Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. Salmos 139:16