José-Carlos Mainer.
Historia de la literatura española.
Modernidad y nacionalismo (1900-1939).
Editorial Crítica. Barcelona, 2010.
Acaba de llegara las librerías la primera entrega de una nueva historia de la literatura española. Dirigida por José-Carlos Mainer la Historia de la literatura española que publica la Editorial Crítica está organizada en nueve tomos que irán apareciendo entre este mes de marzo y octubre del año próximo. En sus páginas, que incluyen un espléndido pliego central de ilustraciones, se resumen diez siglos de creación literaria en lengua española.
Tras las historias literarias firmadas por un autor (Valbuena Prat, Ángel del Río, Alborg) o manuales colectivos como la Historia General de las Literaturas Hispánicas que coordinó Díaz Plaja o la inacabada serie que dirigió García de la Concha en Espasa y se limitó a los siglos XVIII y XIX, esta Historia de la literatura española es un reflejo del nuevo paradigma crítico que se ha ido configurando en el último medio siglo.
Es la primera obra de este tipo en las tres últimas décadas y por tanto propone nuevos enfoques que responden a las nuevas preguntas que plantea el lector de comienzos del siglo XXI. Porque, como la propia literatura, la crítica y los estudios literarios son hijos de su tiempo y contemplan la realidad desde una perspectiva cambiante, fijada por el gusto estético, por el canon de cada momento y por las circunstancias sociales, históricas y culturales que configuran la ideología de cada época. Por eso incluso los tres términos del título -Historia, literatura y española-, que delimitan el campo del estudio, son movedizos e inestables.
Con una inteligente suma de síntesis y análisis, con una lúcida conciencia de caducidad que invita a las propuestas abiertas y renuncia al planteamiento y a la presentación del libro de texto convencional, cada volumen tiene la misma estructura: un bloque inicial sobre la topografía de la literatura de cada época y su relación con el contexto (Letras e ideas), un acercamiento al mundo del escritor (La construcción de los escritores), un tercer bloque de historia literaria de los movimientos y su evolución (Los autores y las obras) y una amplia selección de textos de apoyo que recoge, además de significativos fragmentos literarios, documentos de carácter sociológico, ideológico o estético para entender las distintas épocas y las poéticas de cada autor o cada grupo.
Aparte de la calidad de los textos y el rigor del enfoque, también la estructura interna de la obra es nueva. No es una mera historia literaria que habla de períodos, corrientes y obras, sino que se fija también en cuestiones fundamentales como el papel del escritor, las formas de transmisión de la obra literaria o las siempre problemáticas relaciones entre la literatura y el poder.
El primer volumen publicado de la Historia de la literatura española se centra en el primer tercio del siglo XX. En torno a los dos conceptos que aparecen en el título y al dilema que plantean la modernidad y el nacionalismo gira la literatura de esa época. Y lo hace de una forma tan determinante que los movimientos literarios que se suceden entre 1900 y 1939 no son más que las distintas maneras de resolver esa contradicción que iba más allá de las desazones individuales y estaba en la base del descontento de una sociedad conflictiva.
De Unamuno, Baroja, Azorín, Machado o Valle-Inclán hasta Lorca, Cernuda, Sender o Miguel Hernández, pasando por Ortega, Juan Ramón, Miró y Gómez de la Serna, la literatura de la Edad de Plata refleja las distintas y sucesivas modulaciones con las que un nuevo nacionalismo estético ingresa en la modernidad y se replantea críticamente sus relaciones con la tradición.
Esas respuestas son las que explora y describe este volumen: desde la crisis finisecular que generó el síndrome decadentista del modernismo hasta la nueva literatura que se desarrolla en el el 27 bajo el signo de la lírica; desde el simbolismo a la vanguardia, al neopopularismo y a la literatura comprometida; desde la intrahistoria y la búsqueda de la identidad cultural y las señas de identidad de lo español al europeísmo y el internacionalismo.
Pero además de ese marco general este volumen refleja el conflicto entre escritores de distintos grupos generacionales, esa necesidad de matar al padre que está en la base de muchos procesos culturales. El 98 se enfrentó con Galdós, el 27 con los putrefactos y con Juan Ramón. Y este con ellos: en la lacónica nota que le envió a Guillén (Retiradas colaboración y amistad) se cifra esa relación conflictiva.
Los escritores y sus comparecencias públicas, sus máscaras bohemias, las tertulias, la politización regeneracionista, la escisión entre tradicionalistas y progresistas, entre aliadófilos y germanófilos, entre izquierda y derecha, la relación entre prensa y literatura a través de las revistas literarias (Alma Española, Prometeo, La Pluma, Índice, Revista de Occidente o La Gaceta Literaria), el panorama editorial y su modernización o la vida teatral son algunos de los aspectos que se abordan en el segundo bloque de contenidos, La construcción de los escritores.
En torno a los autores y las obras se desarrolla el tercer apartado, que parte de las narraciones y las crónicas del 98 y emprende una renovación que deja en el camino a escritores como Baroja o Machado. Inadaptados y lúcidos los denomina Mainer, que estudia también los años más creativos de Valle-Inclán y los años más terribles de Unamuno.
Ese proceso de renovación, que rompió definitivamente con las persistencias decimonónicas en el 98, la acometieron los modernos, los novecentistas Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Ortega..., que prepararon el terreno para la literatura del 27, plenamente asentada ya en la modernidad.
Completan el volumen un centenar largo de páginas con 36 textos de apoyo. Son poéticas, autorretratos, reflexiones sobre el modernismo, la vanguardia y el compromiso que resumen las actitudes estéticas, ideológicas y vitales que explican en primera persona la literatura de unos años cruciales en la historia de España.
Santos Domínguez