Si nos atenemos a la Teoría General de la Administración, todo sistema administrativo puede considerarse como tal cuando presenta una particular teoría administrativa, despliega una específica forma de organización, y además es desarrollado por un grupo social con una racionalidad y una ética propias para la acción práctica o el desempeño de sus funciones.
Es así entonces que podemos reconocer tres tipos diferentes de sistemas administrativos, tanto en las organizaciones del sector público como en el privado. El propósito de las siguientes notas es estudiar estos sistemas.
“La ambición organizada siempre derrota a la democracia desorganizada”.
-Matt Taibbi, Rolling Stone Magazine.
Burocracia
De acuerdo con la Teoría de la Administración, la burocracia es una forma de organización humana que se basa en la racionalidad, esto es, en la adecuación de los medios a los objetivos (fines) pretendidos, con el fin de garantizar la máxima eficiencia posible en la búsqueda de esos objetivos [1].
Los orígenes de la burocracia –como forma de organización humana- se remontan a la antigüedad, pues se utilizó inicialmente en la economía del antiguo Egipto, en la Mesopotamia, así como en el Modo de Producción Asiático. Sin embargo, es la aparición de la economía monetaria y del Estado moderno el factor más importante para su desarrollo. Como forma de dominación legal o racional se opuso a la forma de dominación tradicional estamental-patrimonial, lo significó la transición hacia la sociedad burguesa capitalista [2].
Es por ello que generalmente se asocia la organización burocrática con las formas de dominio del capitalismo; pero la realidad es que un Estado, cualquiera sea su tipo, es difícil que pueda funcionar sin los servicios de un adecuado aparato técnico-administrativo.
Para Melinkoff [3], la burocracia es tanto un modelo de organización como un grupo social. Como organización esta se basa fundamentalmente en una relación de supra-subordinación con diferentes niveles jerárquicos y está constituida por un conjunto de unidades (denominadas unidades estructurales de la organización) que cumplen funciones especializadas. Y como grupo social, la burocracia no constituye una clase, pero sí tiene adscripción de clase. Particularmente, es en la Administración Pública donde se concreta la acción del grupo social burocrático, y es parte integrante del Estado y demás instituciones de la formación social, por lo tanto refleja parte de los fenómenos que en ésta ocurren
Las características del modelo burocrático de organización están descritas en innumerables trabajos sobre el tema. Sucintamente, y siguiendo Max Weber, la burocracia tiene las siguientes características principales:
1) Carácter legal de las normas y reglamentos;
2) Carácter formal de las comunicaciones;
3) Carácter racional y división del trabajo;
4) Impersonalidad en las relaciones;
5) Jerarquía de autoridad;
6) Rutinas y procedimientos estandarizados;
7) Competencia técnica y meritocrática;
8) Especialización de la administración separada de la propiedad;
9) Profesionalización de los participantes, y
10) Completa previsibilidad del funcionamiento.
Chiavenato [4] señala que Weber vio innumerables razones para explicar el avance de la burocracia sobre las otras formas de asociación. Para él, comparar los mecanismos burocráticos con otras organizaciones es lo mismo que comparar la producción de la máquina con otros modos no-mecánicos de producción. Así, para Weber, la burocracia es la organización eficiente por excelencia, no obstante que el lego pasó a dar el nombre de burocracia a los defectos del sistema y no al sistema en sí mismo.
En este sentido, Chiavenato advierte que el propio Weber notó la fragilidad de la estructura burocrática que enfrenta un dilema típico: de un lado, existen presiones constantes de fuerzas exteriores para obligar al burócrata a seguir otras normas diferentes a las de la organización, y de otro lado, el compromiso de los subordinados con las reglas burocráticas tiende a debilitarse gradualmente.
Robert Merton [5], por su parte, notó también las consecuencias imprevistas o indeseadas que llevan a la ineficiencia y a las imperfecciones. A estas consecuencias imprevistas Merton dio el nombre de disfunciones de la burocracia, para designar las anomalías del funcionamiento responsable por el sentido peyorativo que el término burocracia adquirió frente a los legos en el asunto. Brevemente, estas disfunciones de la burocracia son las siguientes:
1) Mayor internalización de las reglas y exagerado apego a los reglamentos;
2) Exceso de formalismo y de papeleo;
3) Resistencia al cambio;
4) Despersonalización de las relaciones;
5) Categorización como base del proceso decisorial;
6) Superconformidad con las rutinas y procedimientos;
7) Exhibición de señales de autoridad, y
8) Dificultad en la atención de clientes y conflictos con el público.
Para Chiavenato, las causas de las disfunciones de la burocracia residen básicamente en el hecho de que la burocracia no tiene en cuenta la llamada organización informal, que existe, desafortunadamente, en cualquier tipo de organización, ni se preocupa por la variabilidad humana (diferencias individuales entre las personas) que necesariamente introduce variaciones en el desempeño de las actividades organizacionales. Según este mismo autor, frente a la exigencia de control que dirige toda la actividad organizacional es que surgen las consecuencias imprevistas de la burocracia.
Al respecto, cabe recordar aquí las observaciones de Ernesto “Che” Guevara referidas a las dificultades que se presentaron en los primeros años de la Revolución Cubana, a causa precisamente de varias disfunciones que presentaban tanto los restos de la antigua administración de la dictadura como a la inmadurez de los primeros aparatos estatales de la revolución. Específicamente en su artículo titulado “Contra el burocratismo” [6], Guevara señala tres causas de tales disfunciones:
1) “Una de ellas era la falta de motor interno”, entendido como “la falta de interés del individuo por rendir su servicio al Estado y por superar la situación dada”, que estaban basadas “en una falta de conciencia revolucionaria o, en todo caso, en el conformismo frente a lo que anda mal”;
2) “Otra causa es la falta de organización…La falta de organización tiene como característica fundamental la falla en los métodos para encarar una situación dada”; y
3) “La tercera causa, muy importante –destaca Guevara-, es la falta de conocimientos técnicos suficientemente desarrollados como para poder tomar decisiones justas y en poco tiempo”.
Adhocracia
Otro sistema administrativo es el denominado adhocracia. De acuerdo con el ilustrativo trabajo publicado por Todomonografías.com [7], el enfoque adhocrático ofrece una respuesta diferente a la pregunta sobre qué grado de organización y reglamentos es conveniente. En vez de favorecer la organización y administración mecanicista propias de la burocracia, la adhocracia pugna por una administración menos detallada y formal. Aunque no defiende la anarquía, refleja la opinión de que la burocracia ha llegado demasiado lejos.
Según Wikipedia, la palabra adhocracia fue acuñada en 1964 por Bennis y Slater, y Henry Mintzberg incorporó este concepto en su tipología de las configuraciones organizacionales.
La alternativa propuesta por los críticos de la burocracia es remplazar la máquina social con varias unidades orientadas a las personas y relativamente auto administradas para que se efectúen algunas partes de la tarea total. Los equipos de trabajo se forman y se disuelven según se necesite. La organización ideal la constituirán equipos ad hoc, no oficinas permanentes ni departamentos funcionales. La característica central del nuevo patrón serán grupos que cooperan para resolver problemas y realizar el trabajo. La autoridad tenderá a estar descentralizada entre los que están más cerca de determinadas tareas y no a estar fija en funcionarios alejados del personal en una cadena burocrática de mando.
En general, la idea en que se basan estas innovaciones es que sólo creando las condiciones propicias para que se den la iniciativa humana, la responsabilidad y cooperación pueden las organizaciones beneficiarse de la participación y competencia de los seres humanos. Este resultado contrasta con la administración cada vez más detallada y completa de las organizaciones que (en opinión de los críticos de la burocracia) ha llegado al punto de rendimientos decrecientes.
La literatura relacionada con este modelo administrativo suele mencionar como experiencia demostrativa el sistema de algunas tribus de indígenas que llegaron a desarrollar varias organizaciones ad hoc para llevar a cabo determinadas tareas, entre ellas las de cazar, luchar o construir. En tales ocasiones, simplemente iniciaban los trabajos que podían realizar, sin que mediaran arreglos explícitos o una dirección centralizada del jefe supremo de la organización. Y las tareas se cumplían. También ciertas revistas de negocios publican reportajes acerca de las iniciativas de grandes compañías modernas que están ensayando la adhocracia [8].
Otra experiencia más cercana es la de las Misiones organizadas por el gobierno de Venezuela, para resolver problemas en los ámbitos de educación, formación para el trabajo, y organización de pequeñas y medianas unidades productivas, desarrollo de las artes, fortalecimiento de la defensa territorial, salud y vivienda, así como otras cuestiones destinadas a reducir las desigualdades generadoras de las tensiones políticas y sociales que están presentes en nuestra realidad, y que la burocracia estatal no ha sabido o no ha querido resolver [9].
Pero igualmente es conveniente advertir que en la literatura también se señalan importantes anomalías y se formulan críticas de este sistema administrativo: Por una parte, se critica al adhoquismo esa “vertiginosa provisoriedad que exige la constante readecuación de los objetivos e instrumentos de la acción individual y colectiva a los cambiantes vientos de la coyuntura, que – al decir de Martin Hopenhayn [10]- lleva la instauración de una suerte de “imperio de lo efímero”, con el consiguiente auge del “cortoplacismo” que en la esfera política remata en la metamorfosis de las formas, de lo táctico y lo estratégico, de los estilos y de lo discursivo, monstruosamente reconvertidos en fines autonomizados por completo de cualquier utopía, o, en términos menos exigentes, de cualquier ideal mínimamente trascendente”.
Por otra parte, se señala que por ser una forma especial de organización humana, anti-jerárquica, altamente flexible y orientada fundamentalmente hacia la innovación y el cambio, la adhocracia requiere de un nivel muy alto de conciencia individual y colectiva para poder desarrollar las tareas de una manera ética y efectiva. Más sin embargo, la experiencia ha demostrado que ese nivel de conciencia no siempre existe, y que al igual que la burocracia su rendimiento en cierto punto también llega a ser decreciente. Particularmente son muy criticadas algunas prácticas adhocráticas en la gestión pública, como aquellas de “parir brillantes iniciativas que tras la efímera efervescencia se van quedando orilladas, víctimas de la inconstancia, la falta de sistematización y documentación metodológica, la carencia de planes de implementación y seguimiento” [11].
Así entonces, como observa el trabajo de Todomonografías.com, aquí tenemos dos respuestas contrarias a la pregunta: “¿Qué grado de detalle y alcance debe tener un sistema administrativo? La respuesta burocrática es “un alto grado”. La respuesta adhocrática es “un grado no muy alto”. Pero también existe una tercera perspectiva, el enfoque de contingencia o situacional responde a la misma pregunta así: “Depende”. De acuerdo con el autor de esta monografía, la respuesta trasciende lo trivial ya que pasa a especificar de qué depende el nivel de detalle y en general de un sistema administrativo bien diseñado; las características de la tarea que va a efectuarse y las personas que la llevan a cabo.
Según esta misma fuente, la investigación todavía no aporta datos definitivos sobre las clases de personalidades que mejor se adaptan al sistema burocrático o adhocrático de administración. Pero algunos hechos indican que un buen “ajuste” dependerá del tipo de tareas y de la clase de personalidades involucradas. Así por ejemplo, un buen ajuste estaría constituido por una tarea estable, un sistema administrativo burocrático y personas que muestran una dependencia relativa, o sea que tienden a aceptar sin dificultad la autoridad, a tolerar poco la ambigüedad y a orientarse a los valores colectivos más que a los individuales. En cambio, otro buen ajuste consistiría en una tarea inestable, un sistema administrativo adhocrático y personas bastante independientes y creativas.
Mafiocracia
Un tercer sistema es el que aquí llamamos mafiocracia. Mafia es un término utilizado a nivel mundial que se refiere a una clase especial de crimen organizado. Extendido desde su origen en Italia meridional actualmente el término también se usa para identificar tanto a simples grupos delictivos organizados como a las asociaciones de individuos que emplean métodos no claros o ilegales en sus negocios o puestos de trabajo. Por mafiocracia se entiende entonces el sistema en el cual se sustentan, se organizan y se administran las prácticas de ciertos grupos delictivos.
La mafiocracia posee su racionalidad y un código de ética particulares, las cuales están sustentadas en la vertiente más negativa de la ideología capitalista. Como ya se sabe, existen en el capitalismo dos vertientes: una que está representada por un sector de capitalistas cuyo motivo central de vida es la avaricia, estos son emprendedores e individualistas, poseen un tipo de carácter con orientación acumulativa [12], gustan de atesorar riquezas en base a la explotación del trabajo ajeno y la usura. Algunos autores asocian estas motivaciones con las ideas religiosas del protestantismo y el judaísmo.
La otra vertiente está representada por individuos motivados por una ambición desmedida de riqueza fácil y rápida, como todos los capitalistas fundan su conducta en la denominada ética de los intereses materiales, su caracterología es individualista, improductiva y explotadora [13], persiguen su bienestar particular a costa de lo que sea. En esta vertiente se encuentran mezclados yuppies impacientes de las áreas financiera y bancaria, empresarios y comerciantes deshonestos, lobistas y gestores corruptores, y obviamente funcionarios corrompidos de los sectores públicos y privados, junto a otros delincuentes avezados e insensibles.
La mafiocracia es un sistema de organizaciones delictivas que cual una mala hiedra se aprovecha de las disfunciones de todos los otros sistemas humanos para poder penetrarlos y dominarlos de una manera abierta o subrepticiamente. Es por tanto un sistema parasitario. Ya hoy para nadie es un secreto el hecho de que las organizaciones o asociaciones mafiosas han alcanzado un inmenso poder y una gran difusión en los más diversos campos de la actividad humana alrededor todo el mundo.
Desde el sistema financiero y bancario, seguros, casas de bolsa, inmobiliarias y de venta de divisas; el sistema económico de empresas públicas y privadas, gremios y sindicatos; el sistema judicial, policial y penitenciario; el sistema aduanal y portuario; el sistema de salud y hospitalario, hasta obviamente la producción y el tráfico de armas y drogas, el contrabando de bienes y personas, así como muchos otros campos han sido penetrados o controlados por estas organizaciones delictivas.
Cierta literatura ha querido atribuir el origen de las prácticas delictivas nacionales e internacionales exclusivamente en las mafias de los llamados “Estados fallidos” que, por supuesto, los ubican en las regiones subdesarrolladas del llamado Tercer Mundo.
Para esta literatura, si existe alguna conexión delictiva entre las regiones del Sur atrasado y el Norte desarrollado (como por ejemplo las que se da entre los productores de drogas colombianos, traficantes mexicanos y grandes distribuidores y consumidores estadounidenses; o como la que existe en la extracción y el tráfico ilegal de piedras preciosas, o de minerales valiosos y maderas nobles, entre mafias africanas y grandes talladores y traficantes europeos y judíos), entonces los países desarrollados serán las víctimas de esa relación, en tanto que los países atrasados serían los victimarios.
Es obvio que existen mafias a lo interno de todos los países, y no sólo están organizadas en torno a las sustancias estupefacientes y psicotrópicas, o los minerales valiosos y escasos, también las hay que se confabulan para llevar a cabo grandes estafas económicas y financieras que afectan tanto a los estados como a los ciudadanos:
Cabe recordar aquí, por ejemplo, la mafia de políticos y funcionarios corruptos que en la ex URSS acaparó bienes y materias primas para traficar con ellas en el “mercado negro”, que saboteó la economía nacional al tiempo que descomponía a la burocracia soviética; Otra que operó no hace mucho en Venezuela, organizada en torno a la estafa bancaria, inmobiliaria y el tráfico de bonos y divisas, que evidentemente influyó sobre el índice inflacionario de aquel momento; o también las mafias de funcionarios públicos y operadores sindicales que presuntamente existen en las industrias nacionales del hierro [14], del aluminio [15] y la construcción.
Pero indudablemente las mafias más poderosas se encuentran en los países desarrollados, son ellas en verdad las grandes financistas, las que dictan sus propias pautas y controlan los grandes mercados. ¿No constituyen acaso verdaderas mafias las asociaciones financieras-bancarias y la militar-industrial estadounidenses, que actualmente gobiernan la economía global?
Si alguien tiene alguna duda al respecto, vale la pena leer como una simple muestra el artículo de Matt Taibbi, de la revista Rolling Stone [16], en el que cuenta la historia y devela el papel del banco de inversión Goldman Sachs en la crisis económica global y prácticamente en todas las burbujas financieras de las últimas décadas. Taibbi culpa a los Goldmanites -algo como: los aurófagos, famélicos y feroces alquimistas del dinero de la gente- de manipular desde el interior del gobierno las regulaciones financieras y los mercados de valores a su beneficio. Además de favorecerse extensamente del rescate financiero, el cual es orquestado por sus ex dirigentes transformados en funcionarios del gobierno.
La lista de ex directivos de Goldman Sachs en las más altas posiciones del gobierno de Estados Unidos es escandalosa, parece como si Goldman Sachs fuera la antesala de las secretarías financieras del gobierno –dice Taibbi-.
Por ejemplo, el último secretario del Tesoro de George W. Bush, el ex CEO de Goldman, Henry Paulson, fue el arquitecto del plan de rescate, un sospechoso plan de auto-servicio para canalizar miles de millones de sus dólares a un puñado de sus viejos amigos en Wall Street.
Robert Rubin, ex secretario del Tesoro de Bill Clinton, pasó 26 años en Goldman antes de convertirse en presidente de Citigroup - que a su vez tiene un rescate de los contribuyentes de $ 300 mil millones otorgados por Paulson.
There's John Thain, the asshole chief of Merrill Lynch who bought an $87,000 area rug for his office as his company was imploding; a former Goldman banker, Thain enjoyed a multi-billion-dollar handout from Paulson, who used billions in taxpayer funds to help Bank of America rescue Thain's sorry company.
Los directivos de los bancos nacionales de Canadá y de Italia son ex alumnos de Goldman, como también lo son el jefe del Banco Mundial, el jefe de la Bolsa de Nueva York, y también los dos últimos jefes de la Federal Reserve Bank de Nueva York.
Conclusiones
Cada uno de los sistemas administrativos que acabamos de estudiar tiene su importancia, su racionalidad y sus características particulares, por lo que se han ganado por derecho propio un lugar en la Teoría Administrativa como en el interés de las personas.
1. Uno de estos sistemas administrativos es la burocracia. De acuerdo con la literatura especializada, la burocracia presenta dos aspectos, uno positivo y otro negativo. Por un lado, los administradores partidarios de la burocracia la valoran como un tipo de sistema o modelo administrativo que tiende a permitir una mayor predictibilidad, imparcialidad y eficiencia en el desempeño organizacional y personal.
Por el lado negativo, el público común, o el lego, pasó a dar el nombre de burocracia a los defectos del sistema, viendo la burocracia como sinónimo de una pesadilla de trámites engorrosos, insensibilidad de los funcionarios, torpeza formalística e ineficiencia.
2. La misma literatura administrativa presenta a la adhocracia como un sistema opuesto a la organización y administración mecanicista propias de la burocracia. Se afirma que las organizaciones adhocráticas gozan de ventajas por estar orientadas fundamentalmente hacia la cooperación, la innovación y el cambio, que son más flexibles, pues ellas se adaptan mejor a situaciones por naturaleza versátiles.
Sin embargo, también se señala que la adhocracia muestra una peligrosa tendencia a la desorganización, a obviar la planificación estratégica, a evadir o retardar la solución de los problemas estructurales; que más bien tiende a prevalecer una visión cortoplacista y la constante readecuación de los objetivos e instrumentos de la acción individual y colectiva a los cambiantes vientos de la coyuntura y de la gestión por crisis.
3. Por último, la mafiocracia es el sistema en el cual se sustentan, se organizan y se administran las prácticas de ciertos grupos delictivos. Como dice Taibbi: es la ambición organizada. Este sistema-parásito ha llegado a ser muy poderoso, se alimenta de las disfunciones de todos los otros sistemas humanos (adhocráticos o burocráticos) y puede acabar con las democracias débiles o desorganizadas. Se sustenta fundamentalmente en la ideología del capitalismo y en la corrupción.
Por tanto, no hay mejor remedio que un combate integral:
En primer lugar, se debe impulsar la toma de conciencia del deber social, al tiempo que se destruye la lógica del capital, que justifica la ambición de riqueza y poder y propicia la corrupción;
En segundo lugar, se debe implementar un efectivo control institucional y social en todas las áreas de actividad administrativa;
Y en tercer lugar, el control administrativo no es suficiente, debe existir una justicia eficaz para que recaiga sobre los infractores todo el peso de la ley.
Referencias
[1] Chiavenato, Idalberto (1990), “El modelo burocrático de organización”, en Introducción a la Teoría General de la Administración, Cap. 11, Tercera edición, Mc Graw-Hill, México, p. 307.
[2] Melinkoff, Ramón V. (1990), El problema político de la administración pública, Editorial Panapo, Caracas, p. 126.
[3] Ibíd.
[4] Chiavenato, I. Ibíd.
[5] Merton, Robert K. y otros autores (1952), Readers in Bureaucracy, The Free Press; citado por Chiavenato, I., p. 323.
[6] Guevara, Ernesto (2004), Contra el burocratismo, Ministerio de Comunicación e Información, Caracas.
[7] Todomonografías.com (s/f), Administración de sistemas – Parte I y II, en http://www.todomonografias.com/economia-y-empresa/administracion-de-sistemas-parte-1/ Consulta: 15/06/11
[8] Ibíd.
[9] Müller Rojas, Alberto (2007), Adhocracia vs. Burocracia, en http://www.aporrea.org/ideologia/a48284.html, Fecha de publicación: 31/12/07
[10] Hopenhayn, Martin (1994), Ni apocalípticos ni integrados: aventuras de la modernidad en América Latina., Fondo de Cultura Económica; citado por Atilio Boron, en: “El marxismo y la filosofía política”, Crítica marxista, http://www.rebelion.org/docs/115891.pdf
[11] El Troudi, Haiman (2010), La Política Económica Bolivariana (PEB) y los dilemas de la transición socialista en Venezuela, CEPES y Monte Ávila Editores, Caracas, p. 172.
[12] Véase: Fromm, Eric (1975), Ética y Psicoanálisis, Fondo de Cultura Económica, México, D. F.
[13] Ibíd.
[14] Véase el artículo de Isasis, Arnoldo (2011), La mafia de la cabilla en ciudad Guayana y la patria que queremos, en http://www.aporrea.org/contraloria/a125156.html, Fecha de publicación: 15/06/11
[15] Ver: “Frente Socialista de ALCASA exigen que se investiguen también a las mafias del aluminio y sus operadores sindicales”, Por: Prensa UNETE-Bolívar / Frente Socialista de Trabajadores de Guayana, en http://www.aporrea.org/endogeno/n183315.html, Fecha de publicación: 21/06/11
[16] Taibbi, Matt (2009), “The Great American Bubble Machine”, Rollin Stone magazine, Volume: 1082-1083, July 09-23, 2009; Website: www.rollingstone.com/.../the-great-american-bubble-machine-20100405, Posted April 5, 2010.
Por: Augusto N. Lapp anlapp1@hotmail.com
Fecha de publicación: 08/07/11
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Fuente: Aporrea.org
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