Una vivienda con cientos de años.

Por Daniel Costa Lerena @costalerena

Situada al noroeste de Escocia se encuentra la pequeña isla de Coll, lugar en dónde se centra la historia que a continuación desarrollaremos, y en ella encontramos un ejemplo de cómo una vivienda en ruinas construida a mediados del 1700 se convirtió en una moderna propiedad que alberga a una típica familia contemporánea.

La historia de la casa en ruinas con cientos de años y reciclada a los tiempos modernos, no solo es un ejemplo de cómo las viviendas siempre pueden seguir siendo un recurso habitacional, también demuestran la capacidad de las personas para, precisamente, lograr convertir las viviendas en ruinas en espacios habitables y que se ajusten a las necesidades del mundo moderno.

A través de éste articulo no solo se trata de mostrar cómo las viviendas en ruinas con cientos de años de antigüedad pueden ser recicladas y utilizadas para vivir, también se trata de conocer opciones de vida vinculadas a las viviendas. Porque la familia Maclean-Bristol, quienes son los propietarios de la vivienda actualmente, tomaron una decisión de vida muy importante, la cual también involucra a sus tres hijos.

La vivienda en ruinas, construida originalmente en piedra caliza, se encontraba abandonada desde mediados del siglo 19, cuando a causa de serios daños estructurales la misma dejó de resultar apta para ser utilizada con fines habitacionales. La vivienda en ruinas en aquellos años pasó a la lista de viviendas abandonadas, y todo cambió cuando un joven matrimonio con hijos pequeños decidió convertirla en su lugar de residencia. La vivienda había sido construida por la familia Maclean, quienes han sido los propietarios de las tierras donde se sitúa la misma durante siglos. Construida sobre la arena, la vivienda en ruinas no atrajo la atención de nadie hasta que el joven matrimonio anteriormente mencionado recibe la invitación de conocerla por motivos hereditarios.

Que nadie hasta el momento hubiera considerado la vivienda en ruinas como una opción viable como lugar de residencia no es nada extraño, sobre todo teniendo en cuenta que la misma se ubica en una zona rural con una muy baja densidad de población y, por si fuera poco, en una región que aunque es muy hermosa por sus paisajes también se caracteriza por los fuertes vientos provenientes del Océano Atlántico. Ciertamente, las vistas que se pueden disfrutar del Océano Atlántico a través de las grandes ventanas de la ahora moderna vivienda son espectaculares, y su propietaria precisamente contemplando el hermoso paisaje a través de las paredes de cristal de su salón manifiesta: "no hay ninguna parte de la vivienda la cual no considere mágica". Vale decir que los paisajes que ofrece la costa rocosa de Rough Bay, o Grishipol en gaélico, son espectaculares.

Un cambio de vida radical vinculado a una vivienda.

Como es comprensible, para una pareja formada por un ex capitán del ejercito británico, el cual se dedicaba a trabajar para una organización educativa en Londres, y una madre experta en obras de arte orientales inmersa en el ejercicio de su profesión en Sotheby el mismo es un cambio de estilo de vida radical. No solo convertir la vivienda en ruinas es una decisión compleja de tomar, es un cambio de ámbito geográfico muy drástico, y el cual también condicionaría la vida de sus hijos pequeños. Precisamente, el cambio de vida tan radical fue uno de los factores determinantes para que la vivienda que había permanecido en ruinas durante cientos de años terminara siendo una moderna residencia familiar; porque a la pareja le gustaba mucho la idea de que sus hijos crecieran en un entorno rural.

Al mismo tiempo que el matrimonio deseaba reciclar la vivienda en ruinas, no quería que la misma se "desvirtuara en su concepto", porque dicha vivienda que data en su construcción de cientos de años se había convertido en casi patrimonio de la isla en donde se sitúa. "Queríamos ser honestos con ella (con la vivienda), con sus ruinas y con lo que representaba; y la gente de Coll tiene vínculos muy personales con las ruinas de la isla, así que no queríamos destruir un patrimonio para convertirlo en algo moderno y sin sentido".

Para lograr mantener el equilibrio entre sus deseos y sus necesidades, el matrimonio recurrió a William Tunnell, de la firma de arquitectura WT en South Queensferry cerca de Edimburgo, y éste encontró la solución. Las obras de remodelación de la vivienda en ruinas demoró un año y medio, con un coste inicial de la mismas que rondaba el millón de euros, aunque al final quedaría en algo menos. La mayor parte del coste de remodelación de la vivienda en ruinas, estaría destinada a la construcción de la casa principal, y otra parte del coste bastante menor invertida en reparar daños estructurales que permitieran que las ruinas originales de la vivienda siguieran en pié.

La nueva vivienda tiene forma de H y cuenta con un patio enmarcado por la ruina original. Una vivienda de diseño moderno construida en diferentes niveles con varias habitaciones, salón principal, cocina, biblioteca y hasta un bar. Una escalera de roble permite el acceso a los dormitorios de la vivienda y también a otras áreas de la misma, como por ejemplo a un estudio de trabajo y una oficina. El patio de la vivienda en ruinas fue dejado en su estado original, es decir como lo encontraron sus actuales propietarios luego de cientos de años: sin techo, con su enorme pared principal agrietada y su suelo cubierto de guijarros; incluso dejaron aberturas originales de las ventanas de la vivienda en ruinas.

Un detalle bastante significativo, que demuestra la capacidad de lograr reutilizar lo que presuntamente ha quedado en ruinas o inservible, es que la nueva vivienda fue construida en parte con piedra reciclada de la casa original, y tiene un exterior manchado en negro, recordando los techos cubiertos de alquitrán de las cabañas de pesca a lo largo de la costa oeste de la isla.

Las viviendas reflejan un estilo de vida.

Evidentemente éste tipo de proyectos, dado el coste del mismo, no se sitúa al alcance de todos los bolsillos, aunque es un buen ejemplo de cómo las viviendas en ruinas pueden ser recicladas sin dejar de mantener su esencia original, incluso aún cuando éstas tengan cientos de años de historia.

Fuente: nytimes.com