Una vuelta de tuerking

Por Albertoastu
Con la que está cayendo en el Parque de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, no puedo evitar ponerme nostálgico y añorar los buenos tiempos en los que las gentes del Parque aclamaban con fervor las bondades de su director, la gloria de sus bosques y su hacendoso cuidado de los mismos, así como el respeto con el que trotan ligeros en carreras de montaña, mientras cuidan con mimo de su variada fauna, con el oso a la cabeza.

Tal vez el mismo director añore también esos tiempos en los que solo se pedía su dimisión por inclumplir la normativa del Parque y volar en helicóptero a menos altitud de la permitida por el interior de  la Reserva Integral de Muniellos.

Porque me deja absolutamente asombrado que ninguno de todos los que defendieron su gestión hace unos meses, no haya salido ahora a seguir defendiéndola con cuatro osos muertos por furtivismo en el entorno de Muniellos (en la puerta de Muniellos) e incendios que cercan y destruyen el espacio más protegido de Asturies, y por lo visto en su momento, el más querido, defendido y mantenido por sus habitantes o periféricos.

Ejemplo de avistamiento de osos en el entorno de Muniellos. Por desgracia envenenado

La cuestión es que una cosa en predicar y otra dar trigo. 

Y la gestión de un espacio natural como el parque de Fuentes del Narcea o Muniellos, no puede hacerse a base de buenismo, de golpes de efecto, de programas televisivos o de bailes. 

Cuando se acusa al máximo responsable de incumplir la normativa del parque por permitir la grabación de un programa de televisión cuyo único acercamiento a los valores por los que se protege Muiellos o su entorno, es totalmente banal y no ofrece ni un resquicio de educación ambiental o de rigor divulgativo, no es solo por si tiene un permiso de vuelo a baja altura o no (que también), si no porque es banalizar un espacio protegido y lanzar un mensaje de "todo vale", muy bien acogido por aquellos que están deseando desmontar el Parque y que leen el mensaje como una palanca para el incumplimiento de la legislación.

Un mensaje que ha traído desgracia y destrucción. Ha resucitado todos los fantasmas de la cerrazón más profunda.

¿Dónde está ahora el director del parque de Fuentes, de Muniellos? ¿por qué no ha dado explicaciones de lo que ocurre en su área de gestión en una contraportada periodística? ¿por qué no ha dimitido ya? ¿por qué no ha dimitido el Director de Recursos Naturales o la Consejera que tanto apoyan la labor de concienciación social del director?

Está claro que la gestión de todos ellos es nefasta y que no ha dado resultado el permisivismo. Es evidente que no hay una verdadera conciencia de conservación, y que cada vez que los "jardineros del paisaje" claman por su inocencia, es un paripé. Porque la realidad al final es cabezona y lo que ha quedado son balas, veneno y fuego.


Es evidente que la estrategia del miedo y la amenaza latente en forma de ruedas pinchadas a los guardas, amenazas de muerte o lobos decapitados, da beneficios a los delincuentes que las llevan a cabo: ni un solo detenido por la avalancha de lobos muertos por la mafia y una sentencia de muerte a 45 lobos, a pesar de que su propio partido vota a favor de su protección total en el Estado.

Hipócritas que dicen una cosa y hacen otra. Gente que grita y amenaza, que apoya la nefasta gestión de una Consejería cuya mejor baza ha sido poner a uno de los suyos a hacer "tuerking" en televisión, mientras los furtivos y los pirómanos campan a sus anchas en aquellos lugares que deberían ser el emblema de la protección.

Espero ansioso los argumentos de aquellos que defendían la actuación del director del Parque (o del Director de recursos naturales o de la Consejera porque es una única entidad) como "ejemplar".

Este es el única caso en que la autorización de sobrevuelo de espacios como Muniellos, (en este caso en la vertiente de Ibias este mes de abril) tiene pleno sentido, y jamás debería haberse dado. Por desgracia no ha habido vuelos que muestren la realidad de los incendios con el mismo espíritu comprensivo de aquellos que tuvieron tanto éxito.

No cabe duda de que el tuerking acaba poniendo a cada uno en el lugar al que corresponden sus méritos.