Con respecto a las huellas, en algunas obras se habla sobre la posibilidad de diferenciar huellas de perro de las de lobo, pero en realidad resulta muy difícil, por no decir imposible. El tamaño y la forma de las huellas dependen del animal que las haya dejado, pero la huella de un adulto tiene normalmente forma alargada, compacta y apiñada, de tamaño grande , unos 10 cm. Los mejores sustratos para detectarlas son el barro (para mí el mejor) y la nieve. Estas son varias fotos de huellas de lobo.
Identificar huellas puede ser más sencillo si examinamos un grupo de ellas, tales como un rastro. En general, , el lobo deja marcada una sucesión lineal de huellas, propia de los animales que se desplazan al trote, mientras que en caso del perro es mucho más irregular, dejando rastros deambulantes.
Más adecuados que las huellas para registrar el paso de lobos son los excrementos. Se pueden reconocer por dos factores principales: sus características físicas y su disposición.
Aunque dependen también del individuo que los haya dejado en el campo, los excrementos de lobo suelen ser grandes (en especial los de los machos adultos) y muy compactos. La forma suele ser cilíndrica, con un extremo agudo como es habitual en los carnívoros, pero a veces presentan un aspecto alargado y con irregularidades a modo de tirabuzón, casi serpenteantes. Casi siempre hay en ellos presencia de restos de las presas, como huesos o pelos de ungulados silvestres, y tienen un olor fuerte cuando son frescos.
La ubicación de las heces es un factor muy importante a tener en cuenta, y varios estudios han comprobado que cumplen una función en la señalización olorosa y visual del lobo, no siendo depositadas al azar, sino en puntos estratégicos y sustratos que aumentan su eficacia como marcas. Por ejemplo, yo los he encontrado con frecuencia en pleno centro de pistas y caminos forestales, siendo muy visibles, o también cerca de los cruces de estas pistas.
¿Qué población de lobo hay actualmente en territorio asturiano? En un informe que se realizó hace 20 años se concluía que el lobo habitaba en Asturias en unos 5.100 km2, lo que supone casi el 50 % de la superficie. Se consideraba la existencia de seis núcleos poblacionales, uno de los cuales era el definido por las Sierras de Tineo y Los Vientos, así como por las plataformas altimontanas situadas al sur de éstas, comprendiendo los concejos de Salas y Tineo. En el conjunto de Asturias se estimó la presencia de 16-20 grupos familiares, lo que supondría un total de 128-160 lobos, con un único grupo en la zona de Salas y Tineo.
Más recientemente, en un informe titulado «Situación del lobo en Asturias, 2006» realizado por la guardería rural del Principado, se calculó que en la región existen treinta grupos familiares de estos cánidos, con reproducción segura en 21 de ellos. El total de lobos oscilaría entre 205 y 235. Independientemente de los errores de muestreo asociados al primer estudio, basado en encuestas, la población de lobos parece haber aumentado en Asturias, y ya habita la mayor parte del territorio. En concreto, en la mitad occidental ocupa casi todo el espacio disponible, desde la montaña hasta las proximidades de la costa. Esta expansión es evidentemente natural, y nada tiene que ver con las “sueltas de lobos” que a veces salen reflejadas en la prensa como noticia casi sensacionalista.