Unas montañas sagradas y calizas para los Picos de Europa

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Fueron los celtas quienes comenzaron a creer que estas montañas calizas eran sagradas. Mágicas piedras afiladas que los marineros llamaron, Picos de Europa.

Lago Ercina

Entre Asturias, Cantabria y León hubo algo sagrado, mítico y mágico… La mezcolanza entre estos elementos ayudó a perfilar la presencia de estas montañas calizas en el devenir de la historia astur y del resto de la Península Ibérica.

Quizás el número ocho se convirtió en el símbolo mágico de los Picos de Europa. Fue en el siglo VIII cuando por estas montañas se resolvió una batalla que cambiaría el curso de la Historia de España. En 1918 el rey Alfonso XIII decidió que aquí se encontrara el primer Parque Nacional, la Montaña de Covadonga. O quizás porque en una de sus rutas de senderismo más conocidas existen paredes verticales que se asoman hacia el abismo que llegan a medir 800 metros de altitud…Pueblo celta que adoró estas montañas sagradas porque en ellas habitaba su dios Vindius. Montañas mágicas que dieron poder durante siglos a los astures y cántabros para que resultaran invencibles en cualquier contienda. Recovecos de piedra caliza y barrancos insalvables por los que se aventuraron los musulmanes sin saber que Don Pelayo, con un número muy inferior de guerreros, les iban a vencer en la Batalla de de Covadonga. Aquella que iniciaría une etapa muy importante de la Historia, la Reconquista cristiana.Un paisaje natural, diferente, con personalidad muy acusada y propia que fue configurándose a partir de la Edad Media y que, debido a este aislamiento natural, todavía podemos disfrutar como si atravesáramos un túnel en el tiempo. Con imágenes y sensaciones que todos retenemos en la memoria porque ¿quién no reconoce el puente ‘romano’ de Cangas de Onís; el aroma intenso del queso de Cabrales o el ligero sabor dulzón de la sidra escanciada; la silueta mágica del Naranjo de Bulnes o la cueva donde está resguardada la Virgen de Covadonga?Tortuosos paisajes; altivas y afiladas montañas con algunas aristas afiladas y otras erosionadas, cansadas; profundas gargantas y simas que fácilmente generan vértigo. Peñas desnudas al viento que son surcadas, en sus profundidades, por el movimiento incesante de los ríos que dividen, ordenan, perfilan y dominan las montañas de los Picos de Europa.



Tres son los ríos que las dominanEs el Sella ese río de aguas prolíficas que marca la frontera entre la montaña y el mar Cantábrico. Y en sus orillas opuestas nos encontramos con dos pueblos internacionalmente conocidos: Arriondas y Ribadesella.

Río Arriondas 


Arriondas, entre montañas, es esa villa típica cuya imagen es el trasiego de piraguas que llenan de movimiento, esfuerzo y color las aguas del Sella en el mes de agosto. Al otro lado, ya en la costa, nos encontramos con Ribadesella. Un pueblo abierto al mar, una villa típica marinera con calles amplias, ordenadas y coloristas. Aquí, el río Sella vierte sus aguas al mar en una playa de fina arena. Al otro lado de la ría es típica la estampa de sus barcos pesqueros moviéndose al son de la corriente. Pero volvemos a buscar esas montañas calizas circulando río arriba. Y llegamos a Cangas de Onís. Ese pueblo que presume tener uno de los monumentos más emblemáticos de Asturias, el puente ‘romano’. Aunque esté mal llamarlo así porque fue levantado en el siglo XIII con estilo gótico. De esta belleza de piedra cuelga la Cruz de la Victoria que está suspendida sobre el Sella.

Puente de Cangas de Onis. Cruz de la Victoria

Cangas de Onís fue la primera capital del reino cristiano. Asentada entre el corretear del río Sella y Güeña en ella habitó una importante tribu cántabra, los vanidienses. Aunque su principal hecho histórico está relacionado con la batalla de Covadonga (722), la coronación de Don Pelayo y el establecimiento de la corte. Así fue como Cangas de Onís se convirtió en la primera capital de Asturias y de España.

Vistas desde el Puente de Cangas de Onís

Es el río Deva, ese gran desconocido, el que marca los límites orientales de los Picos de Europa. Desde su nacimiento en tierras cántabras va recogiendo las aguas de innumerables arroyos para unirse al río Cares en la villa asturiana de Panes. Así, corretean juntos por el Desfiladero de la Hermida  hasta desaparecer en el mar, marcando una frontera invisible entre Cantabria y Asturias. Vamos a desplazarnos despacio y con prudencia por este desfiladero para poder contemplar la belleza natural que aquí está retenida. Un río torrencial encajonado en el barranco y que adivinamos que corretea contrario a la marcha que nosotros llevamos. Llegamos al pequeño pueblo de Potes, en el corazón de la comarca lebaniega. Un buen telón de fondo, los Picos de Europa.

Brez. La Liébana. Cantabria

Un pueblo pequeño de Cantabria por el que se accede a los Picos de Europa a través del teleférico de Fuente Dé. Y por una carretera de montaña vamos dejando pasar pequeñas aldeas típicas lebaniegas a la sombra de estas calizas montañas. Un alto en el camino para visitar el Monasterio de Santo Toribio de Liébana que fue fundado en el siglo VIII. En su interior conservan el Lignus Crucis, un trozo de la cruz de Cristo que Santo Toribio se trajo de Palestina. Un monasterio montañés que también guarda su propia leyenda.Cuentan que, el carro que trasladaba las piedras para construir el edificio, estaba tirado por dos bueyes. Uno de ellos fue atacado y muerto por un oso que merodeaba por los bosques. Muy enfadado, Santo Toribio exhortó al animal para que remplazara al buey. Así, y hasta la finalización de esta construcción, aquel carro fue tirado por un buey y un oso.Seguimos… Por estos caminos huyeron los musulmanes del ataque de Don Pelayo y sus huestes. Fuente Dé se encuentra a unos 24 kms de Potes, o como dicen los lugareños, a un tiro de piedra de los Picos de Europa. Otra imagen típica… El teleférico nos va a facilitar la subida a estas cumbres rocosas a unos 1823 metros de altitud. 


Desde aquí vamos a poder realizar varias rutas de senderismo pero eso sí, mucho cuidado con las tormentas y sobre todo la niebla que suele instalarse sin avisar por estos caminos. Podemos visitar el Mirador del Cable si queremos contemplar el valle lebaniego y las danzantes cabinas del teleférico; contemplar asombrados el Refugio Cabaña Verónica o iniciar el sendero hacia los Horcados Rojos

Refugio cabaña Verónica


Fascinados por este paisaje, respirando aire fresco y puro, contemplando el vuelo limpio de algún águila o buitre, sonriendo al ver como trepan las cabras por las montañas calizas o se pierden entre la niebla que comienza a descender…


Mágica silueta la del río Cares. Corto río de montaña que nace en tierras leonesas y que recorre las montañas asturianas antes de unirse con el Deva para así, los tres juntos verter sus aguas al Cantábrico. Emblemático río que ha esculpido durante siglos una de las rutas senderistas más conocidas de los Picos de Europa, el Desfiladero del Cares.La Garganta DivinaO el Desfiladero del Cares. Desde Caín podemos adentrarnos en este desfiladero, uno de los más profundos de Europa. Una vía que fue construida después de la Guerra Civil para hacer más llevadero el punto de unión entre Asturias y León.

Una de las presas del Desfiladero del Cares


Una gran obra de ingeniería que se llevó por delante varias vidas humanas. El río Cares avanza por territorios de extraordinaria belleza con sus aguas transparentes y verdosas debido al fondo de color cobrizo. En algunos tramos, la ausencia de vegetación nos proporciona un gran espejo donde vemos al revés las paredes calizas que le protegen.

Ruta de senderismo iniciada desde Caín (León) 

Una ruta de diez kilómetros, entre Caín y Poncebos, que fue abierta a base de pico y dinamita; tallada literalmente en la roca de la montaña.Desde Caín (León) el río Cares discurre bravo entre lisas paredes que pueden llegar a medir hasta 800 metros de altitud. Paisaje abrupto y sorprendente donde comenzaron a construirse algunas aldeas y recónditos pueblos que fueron forjando tradiciones asturianas. Mítico y sagrado Naranjo de BulnesY a sus pies, Arenas de Cabrales, una de las puertas de entrada a los Picos de Europa. Un enclave con intenso sabor por su tradición quesera. Porque aquí, en las estribaciones de estas montañas, tuvo su origen el queso de Cabrales. Ese que tiene vetas azules y verdes y que madura en las cuevas naturales de estas tierras.Y adentrándonos en ellas… Una montaña mítica, el Naranjo de Bulnes o el Picu Urriellu. Una silueta muy diferente de las demás montañas que la rodean. Es ese tono anaranjado tan especial que tiene cuando los rayos del sol inciden en sus rocas en ciertos momentos del día. Anaranjada montaña con un gran poder de atracción para los escaladores. Montaña emblemática, no por su altura, sino por las paredes lisas y afiladas que caen en vertical descenso hacia los abismos. En especial su cara oeste.


Mítica montaña que fue escalada por primera vez en 1904 por el marqués de Villaviciosa y el ‘Cainejo’ quienes dejaron dos botellas de vino en su cumbre. Una vacía y otra llena. Junto a ella, una tarjeta de presentación del marqués que años después le sería devuelta por los siguientes escaladores que llegaron a la cima. Y un pueblo mítico, Bulnes. El más inaccesible de todos. Podemos llegar a él por un sendero muy estrecho, zigzagueante y en pendiente. Un camino que apenas utilizaba nadie por lo peligroso de su ascenso y descenso y que quedaba totalmente oculto por las primeras nieves.Ahora, lo más rápido resulta coger el funicular que circula por un túnel y que en unos siete minutos nos puede acercar a uno de los pueblos más auténticos de Asturias. Ese que se mantiene inalterable al paso del tiempo y la modernidad. Puede ser fácil ver cómo era la vida en esta aldea paseando por sus calles.

Las montañas épicas y sagradas de CovadongaSon las torres del Santuario de la Virgen de Covadonga aquellas que se recortan entre los perfiles afilados de las montañas y que las podemos ver así desde muy lejos. Y aunque este lugar de peregrinaje haya sufrido numerosas alteraciones durante su devenir histórico todavía conserva la esencia espiritual que la originó.


Cerca de la Cueva donde se encuentra la Santina, como cariñosamente llaman los asturianos a su patrona, se alza el monumento al rey Don Pelayo, aquél que inició una nueva etapa histórica. Covadonga se asienta en un lugar sagrado desde tiempos muy remotos. Un paraje natural enclavado en la roca y resguardado por los contrafuertes de los Picos de Europa.

Y en el fondo del valle, de nuevo el río Deva marcando su esencia. Un río que nace en las proximidades de la cueva y que, muy posiblemente, en la época precristiana fuera asociado a una divinidad femenina.Muy cerca de aquí tuvo lugar la batalla de Covadonga que otorgó la victoria a las tropas cristianas de Don Pelayo a pesar de ser muy inferior en número. Dicen que se refugiaron en la cueva y que se alimentaron de la miel de numerosas colmenas que había entre las grietas de las rocas. Cuentan que los musulmanes recibían sus propias flechas y lanzas al rebotar en las piedras calizas de las montañas y que fueron atacados desde lo alto. Obligados a huir por los Picos de Europa, algunos se perdieron y murieron en el intento. Los que lograron sobrevivir aparecieron por las estribaciones cántabras de La Liébana.A los pies de la Cueva de la Virgen de Covadonga se encuentra una piscina natural originada por el agua que va filtrándose entre las rocas calizas. Una escalera llamada La Promesa, con 101 peldaños, nos lleva a un pasadizo excavado en la roca. En su otro extremo, la gruta que albergó la primera imagen de la Virgen de Covadonga. Una capilla de piedra y un altar con imágenes de la Batalla de Covadonga. Presidiendo la cueva, la imagen de la Santina que no es la original ya que, al parecer, fue destruida por un incendio en 1777.

Pasadizo que lleva a la Cueva de la Virgen de Covadonga

La Colegiata de San Fernando se encuentra a la derecha de la cueva y fue construida en el s. XVII. Un siglo después se construyó la Basílica, rojiza y con aires normandos.Enclave mítico el de Covadonga lleno de magia y leyendas donde el silencio por estos parajes nos ofrece el placer de escuchar el estruendo del agua.

Cerca de la cruz de Don Pelayo hay una roca que, según la leyenda, es Oppa petrificado. Aquél obispo que junto a Alkama traicionó a los cristianos. Y que, por voluntad divina, fueron hundidos en la profundidad del río. Dicen que si existe un gran silencio en Covadonga podremos oír un estruendo en el agua. No es otro que los dos traidores discutiendo y dándose cabezazos mutuamente culpándose uno a otro de la derrota.Cuentan que la Virgen de Covadonga se apareció en sueños a Don Pelayo para infundirle valor y fuerza. Que el rey iba a lomos de un asturcón. Ese caballo pequeño, robusto y con gran fortaleza capaz de trepar por las rocas.

Un animal que fue considerado sagrado y que en algunos aquelarres era sacrificado para beber su sangre y obtener su fortaleza.

Y en la cima de las montañas mágicas de los Picos de Europa, los Lagos de CovadongaAscendemos hacia los Lagos de Covadonga. Seguimos nuestra ruta por carretera, esa que conocen muy bien los amantes del ciclismo y el senderismo. Una vía de ascenso estrecha, mareante, con un continuo ir y venir y que asciende vertiginosamente a los largo de sus doce kilómetros ofreciéndonos un paisaje estremecedor. Así lo verían los musulmanes que huían del ataque de Don Pelayo.


El bosque lo iremos dejando atrás así como varias rutas de senderismo. El Mirador de la Reina nos va ofrecer la oportunidad de descansar, contemplar y de tomar conciencia de donde nos encontramos. Belleza natural donde es muy posible que nos falten palabras para describir el asombroso valle que se queda a nuestros pies y el que nos falta por descubrir si alzamos la mirada. Y llegamos al primero de los lagos de origen glaciar, Enol. A poco más de 1000 metros de altitud. Mágico lago donde dicen que en sus profundidades existe una imagen de la Santina que fue sumergida por unos buceadores de Gijón.


Desde Enol seguimos hacia el lago Ercina. Y aquí, en los meses de menor afluencia, disfrutamos de una naturaleza serena y silenciosa, solamente rota por el vaivén del agua y el murmullo de la vegetación movida por el viento. Hemos tenido la suerte de que estas cumbres sigan nevadas. Algo que va a hacer que nuestra visita sea inolvidable.


Podemos distraernos paseando por la vieja mina de Buferreda entre sus túneles, tramos de vías y el mirador. O realizar una sencilla ruta de senderismo hacia el mirador del Príncipe.


Y luego descansar sentados a la orilla del lago Ercina. Un verdadero paraíso natural.


Aguas cristalinas, verdes prados y estrechos senderos que ascienden por las lomas de estas montañas. Esas montañas mágicas y sagradas de los Picos de Europa…