Aunque el presente de VOX sea menos estruendoso que aquel inicial, que parecía un tsunami e hizo que algunos le vaticinaran hasta la victoria en las elecciones del 28 de abril, es el único partido capaz de derrotar en un futuro no lejano el poderoso dominio socialistas. Si se analiza la situación en profundidad, se observa en la izquierda a un Sanchez hábil que, sin ideologías atractivas que ofrecer y con el ánimo de esquilmar a los españoles con impuestos abusivos, se está aprovechando de la enorme debilidad de la quemada derecha tradicional esgrimiendo sólo la estrategia del miedo a la extrema derecha y un vergonzoso boicot mediático a VOX, que es la operación de acoso y derribo más indecente de la corta historia democrática española.
El PSOE, con la ayuda de sus socios totalitarios, nacionalistas y proetarras y con la adhesión de los medios de comunicación sometidos al poder, sobre todo de las cadenas de televisión, encabezadas por una RTVE convertida en nido de comisarios políticos y de policías del pensamiento, está intentando asfixiar a VOX y cortarle todos los altavoces y caminos para que no pueda conectar con la conciencia del pueblo, una operación rastrera en la que, desgraciadamente, está participando buena parte de un periodismo español cada día más corrompido, que parece haber olvidado su papel en democracia, que es proporcionar a los ciudadanos información veraz para que pueda conocer el mundo y adoptar ante las urnas las decisiones correctas.
El boicot y el acoso y derribo a VOX, basados en la mentira de que es un partido radical y peligroso, encuadrado en la "Extrema derecha" demonizada, es una operación de tanta bajeza y suciedad que avergonzaría a cualquier democracia de nuestro entorno, pero que en España, un país envilecido por la clase política, germina y funciona con una vergonzosa impunidad.
Muchas personas incultas y manipulables, engañadas por los periodistas sometidos, los políticos de la izquierda sin ética, los golpistas y los enemigos de España, se creen que VOX es un monstruo peligroso que, como han afirmado en algunos mítines de la anterior campaña, quiere humillar a las mujeres, arrebatarnos los derechos, hacernos esclavos y llevarnos a otra guerra civil.
Pero esa campaña de mentiras, lanzada masivamente contra un partido que piensa como piensa el pueblo, no puede durar mucho y se irá diluyendo con el tiempo, lo que permitirá a VOX hacer llegar sus ideas y su programa a la ciudadanía española, aprovechando para ello la gran visibilidad que le proporciona su presencia en los parlamentos y gobiernos.
Poco a poco, cuando se derrumbe el muro de mentiras y falsedades que ahoga a VOX, la opinión pública podrá digerir verdades que hoy se mantienen ocultas, como el hecho de que ese partido no ha cometido ni un sólo acto condenable durante las campañas electorales, mientras que sus adversarios de la izquierda radical, a los que nadie llama fascistas aunque lo sean, han acosado a sus militantes y simpatizantes, han reventado sus mítines y han impedido sus actos a estacazos y patadas, protagonizando así una de las operaciones más viles de la izquierda española desde la muerte de Franco, junto con el terrorismo de Estado que impulsó el gobierno socialista de Felipe González, el saqueo de las cajas de ahorro y la destrucción de España que estuvo a punto de culminar el gran inepto Zapatero.
La convicción de que lo único que puede frenar la amenaza de las izquierdas en España es VOX está creciendo cada día y penetra en la conciencia de muchos españoles, convirtiéndose ya en una de las grandes novedades de la política española surgida de las elecciones del 28 de abril.
Quien todavía crea que VOX es una peligrosa opción fascista, como afirman los maestros de la mentira, que lea su programa y descubrirá que todo lo que dice y propone es lo que la inmensa mayoría de los españoles desean, incluso millones de votantes de la izquierda: lucha eficaz y dura contra la corrupción, reforma de la ley electoral para que cada voto valga lo mismo, se deposite donde se deposite, revisión del papel de las autonomías y reduccion de sus competencias, tras haberse convertido en fuentes de corrupción, despilfarro y disgregación, control de la inmigración para evitar que los delincuentes, terroristas camuflados y aquellos que llegan para vivir de los subsidios, sin trabajar, no puedan entrar en nuestro país, bajada sustancial de impuestos porque no es necesario esquilmar a los ciudadanos si se introducen medidas de austeridad y ahorro en el gasto público desbocado, revisión de las leyes que castigan los delitos de género, eliminando las injusticias que penalizan al varón y sustituyendo esas leyes viciadas por otras que protejan por igual a las mujeres, a los hombres, a los ancianos y a los niños, a los que al ley actual olvida, y otras, todas ellas medidas dignas y deseadas por el pueblo.
Pero las izquierdas marxistas, mentirosas e inmorales, han decidido convertir a ese partido en un monstruo terrible al que hay que aplastar sin escucharle. Esa postura es el verdadero fascismo, pero una parte del pueblo, la más inculta y manipulable, se ha creído las mentiras del poder y ha castigado a VOX en las urnas, apoyando otras opciones que tal vez nos hagan llorar por el futuro que nos van a brindar.
VOX tiene que reaccionar con fuerza y no dejarse amedrentar por la mentira y el fascismo rojo. Tiene que perder el miedo a decir lo que piensa y debe garantizar que los canales que unen al partido con la voluntad popular de los españoles funcionen y sintonicen, como ocurría al principio, cuando VOX despertaba entusiasmo y era llevado en volandas por el sueño y la esperanza de millones de españoles.
VOX demostrará pronto que es el único freno a la amenaza de un Sánchez que llenará de socialismo colectivista y estatalista el futuro de España, haciendo lo que el socialismo sabe hacer mejor: reducir las libertades, convertir al Estado en un dios severo, esquilmar a los trabajadores y clases medias con impuestos abusivos, ahuyentar a las empresas e inversionistas y llenar las calles y plazas de España de pobreza y atraso.
Francisco Rubiales