Aunque el Lehendakari no quiera, que no quiere, a más tardar el primer trimestre del año que viene tendrá que convocar elecciones autonómicas en Euskadi.
Unas elecciones marcadas en lo social por un ataque brutal y sin precedentes al estado de bienestar y en lo político por la vuelta de la izquierda abertzale a la legalidad y la inactividad de ETA.
Ante este panorama, PNV,PSE,PP y Bildu se han apresurado a iniciar una campaña -en la que participan todos por igual- para eliminar cualquier presencia institucional de formaciones políticas ajenas a ellas mismas.
Los cuatro bloques; los cuatro candidatos a lehendakari; los cuatro ejes; todos, desde el PP hasta Bildu, han puesto en marcha todas sus maquinarias de propaganda- sondeos, encuestas y medios de comunicación incluidos- para hacer creer a la ciudadanía que sólo hay cuatro ofertas electorales en Euskadi y que el resto poco o nada podemos hacer.
El bipartidismo con txapela, vamos.
Sin embargo, en su contra está la historia (nunca ha habido representadas sólo cuatro fuerzas en el Parlamento Vasco) y la realidad. Euskadi no puede dividirse sólo en cuatro y ellos lo saben.
Pero el ataque está siendo permanente ya que la socialdemocracia no quiere a nadie a su izquierda; el independentismo no quiere oír hablar de un modelo de encaje en el estado español que respete el derecho a decidir y la derecha, bueno, la derecha cuanto menos gente tenga con la que discutir, mejor.
Ante esta situación, la izquierda alternativa y transformadora tenemos la obligación de unir nuestras fuerzas para la consolidación de un frente común anticapitalista y federal.
Son muchas las organizaciones políticas, sociales y sindicales que no están representadas en la oferta electoral de PNV, PSE, Bilbu o PP, y creo que merece la pena hacer el esfuerzo de apartar nuestras diferencias ya sea en lo nacional, ya sea en lo histórico-personal, para conseguir aglutinar al mayor número de gente posible en torno a una candidatura sólida que haga frente a las alternativas que unos y otros plantean para salir de la crisis y que no incluyen cuestionarse el sistema económico en sí.
Ecologistas, feministas, anticapitalistas, sindicalistas, abertzales de izquierdas etc. tenemos un reto en las siguientes elecciones como es el de conseguir que nuestra voz pueda ser escuchada también en la cámara vasca.
En las pasadas elecciones generales, Izquierda Unida acudió en coalición con 11 formaciones políticas distintas, sigamos el ejemplo y no dejemos que el interés de unos convierta el Parlamento en la representación de una Euskadi parcial.