Larra publicó un inolvidable artículo titulado "El siglo en blanco" (no doy más datos para que lo busquéis y trabajéis un poquito) y, con permido de "El Hablador del siglo XXI", voy a secundar los pasos del Maestro publicando una entrada del Blog si no en blanco, sí sin ilustraciones (que sería lo correspondiente en la actual era a a quella audacia/protesta).
Marché ¿de vacaciones?, dejando a mi hijo Nico (la Universidad Pompeu Fabra, como tienen trimestres, lo habían liberado de... a diferencia de Adrián, que tenía los parciales después de ¿fiestas?) encargado de ilustrar una próxima entrada en el Blog, pero... a última hora (aconsejada, estimulada, animada, ayudada... ¡yo qué sé!) por un par de buenas colegas, decidí rellenar unos papeles (aplicativos) burocrático-docentes.
Debía presentarlos antes del martes 30 de marzo y yo me marché de aquí el viernes, así que... abusé de la paciencia de Nico.
Luego, yo ya animada y en plena faena (es difícil recordar), estuve a punto de desistir (tenía que incordiar a amigos para ocupar el ordenador: nuestra chabolita progresa y ya no está a la intemperie, pero...) cuando...
José-Carlos Mainer, que acaba de sacar el primer volumen de una vasta Historia de la Literatura, declaraba (Babelia, 27.03) que, de la universidad, se iba a jubilar porque "arrastro cansancio por el horario y la falta de flexibilidad intelectual". Después, tras una débil objeción de entrevistador, sólo capaz de argumentar con un "Bueno, ya...", Mainer se mostraba rotundo y decía:
"Y luego está Bolonia: es decorazonador. No comparto ese plan. Le garantizo que de Bolonia no va a salir Harvard alguna. Nos hemos equivocado de modelo; quizá aporte mejor gestión profesional, pero no conducirá a la excelencia académica, a la innovación arriesgada pero de relativa rentabilidad. Tampoco generará una internacionalización del conocimiento; sólo se hacen intercambios de alumnos, pero no de profesores y sus métodos. Será turismo académico".
(Ya lo es, desde hace unos años. Nada que ver el nivel que traían los primeros estudiantes erasmus, con los recientes).
Al lado, en el artículo "La tarea crítica", firmado por otro de esos catedráticos que la Universidad española se ha permitido el lujo de perder (en este caso a deshoras, y por lo que todos sabemos), Luis García Montero apostillaba:
"José-Carlos Mainer ha sido desde hace años un maestro para mí. Su sabiduría y su voluntad de hacer Estado lo convierten en uno de los pensadores imprescindibles de nuestra literatura. Y más ahora, cuando el tiempo de los maestros universitarios se ve desplazado por el funcionariado tecnológico y una burocracia empresarial que cambia las santas horas de estudio por la búsqueda en los boletines oficiales de convocatorias y proyectos domados".
¿Así sea?
Habrá que volver, some time...