¡Pues sí, aquí estamos, celebrando el dieciocho cumpleaños de Universo de A!, ¿os lo podéis creer?.
Sinceramente yo sí, en mi mente siempre tuve la vaga idea, la ensoñación de que este blog llegaría a los veinte años, ¡y en ello estamos!.
Pero como suele suceder en todos los aniversarios/cumpleaños, resulta inevitable hacer balance, preguntarse en qué estado llega el blog a su mayoría de edad… y no resulta una cuestión fácil de responder: por un lado, es evidente que tuvo tiempos infinitamente más prolíficos (los primeros, como suele pasar en todos los casos), pero, del mismo modo, es innegable que no he perdido en absoluto el interés, ni en seguir publicando, creando para él… asimismo, también es cierto que hace mucho que valoro abolir la norma del artículo mensual obligatorio (como múltiples veces manifesté, aunque ello suponga el riesgo de que el blog se quede definitivamente descuidado -y en muchos aspectos, incluso en el estético, lo está, hay que emprender serias e importantes reformas-), pero no es menos cierto que he conseguido mantenerla a trancas y barrancas, con mayor o menor dificultad; no obstante, lo que es cierto en cualquier caso, es que, cada vez más, me cuesta sacar tiempo para Universo de A (desde luego, más que antes, bien es cierto que han surgido otros medios de expresión alternativos, pero, con todo, este blog sigue resultándome muy necesario, eso lo sé), pero la verdad es que lo hago, y eso también significa algo…
Quizás, el caso del artículo que hoy se publica es un buen ejemplo de cómo hemos llegado a esta fecha: escrito a última hora, el mismo día del aniversario, sin apenas tiempo, y temiendo que sea demasiado tarde para cuando salga a la luz en esta cuenta atrás de horas que acaba esta medianoche (lejos quedan aquellas celebraciones de aniversarios complejísimas, planeadas con meses o hasta años de antelación), bien es cierto, y siguiendo con esto de dar una de cal y otra de arena, que esta será la primera vez (si lo consigo ja, ja, ja) que escribo y publico un artículo de felicitación de cumpleaños el mismo día (lo que también tiene su encanto y su valor, al menos para mí), pues normalmente está programado desde hace mucho tiempo, y el gran día sólo tengo que esperar a que aparezca… ese sería, a grosso modo, el diagnóstico de la salud de Universo de A el día de su cumpleaños; en definitiva, podría ser mucho mejor, pero tampoco es alarmante.
Pero esta no es esta una jornada para pensar excesivamente en lo anterior, ¡sino de celebración!, y es que lo dicho, en gran parte de los países, especialmente los occidentales, los dieciocho años es considerada la mayoría de edad, por lo que también te conviertes en ciudadano de pleno derecho, independiente (teóricamente), lo que te otorga una serie de responsabilidades, deberes y derechos, entre ellos el de votar… de ahí que suela ser considerado un momento clave en la vida de las personas; de hecho, quizás precisamente por eso, diversas creaciones de la más variada índole, han llevado ese mismo número, haciendo referencia a ese momento vital tan de paso de la adolescencia a la edad adulta.
Ciertamente, a este blog no le van a conceder el derecho al voto (ja, ja, ja), pero quizás esta fecha sea incluso más importante para él que para cualquier ser humano (los cuales a menudo no son conscientes de la relevancia de esta edad cuando llega, o rara vez pueden aprovechar sus beneficios en la sociedad contemporánea), pues, con lo efímero que es lo digital (y casi todo en general hoy en día), llegar a estos años en este medio cambiante, más que un mérito, es alcanzar una muy considerable longevidad, mayormente tratándose de un caso como este, que no está apoyado por ningún tipo de poder político, económico, social… esto se mantiene por una férrea voluntad y tenacidad a toda prueba, y sigo creyendo (como lo hice desde el principio) que seguirá siendo así mientras me quede algo sobre lo que escribir y de qué hablar.
En cualquier caso, me parece un número muy significativo, aunque, obviamente, para este tipo de aniversarios queden mejor los más redondos, como será el 20 en su momento (esperemos), pero, lo dicho, me alegro de que el que festejamos ahora se haya saldado también con algo tan especial como escribirlo y publicarlo en el mismo día en que se celebra.
Y como bien sabemos, este tipo de artículos suelen seguir un esquema bastante instaurado con el tiempo y la costumbre: ya hemos repasado las referencias culturales ligadas al número del día, y ahora falta hablar de en qué aniversario estamos Universo de A y yo, ahora que hemos llegado a dieciocho años de desposorios digitales-místicos…
¡Y son nuestras bodas de cuarzo!, un precioso material muy utilizado para crear todo tipo de obras artísticas (sin mencionar que uno de sus tipos dio nombre, de manera en absoluto casual, a uno de mis personajes), ¡o sea que me gusta especialmente y me parece de lo más apropiado!.
En definitiva, en su (o nuestro) decimoctavo aniversario/cumpleaños:
¡¡¡MUCHAS FELICIDADES
UNIVERSO DE A!!!
¡Ánimo, que ya queda menos para los 20!… ¡y no te pares ahí!, ¡a seguir, a seguir…!