Autor: Fredric Brown
Colección: Galaxia
Edita: Sudamericana, Buenos Aires, 1974
Digamos de entrada que soy parcial por razones sentimentales a este libro. Es que fueron esta novela y Marciano, vete a casa (también de Brown) las novelas que me hicieron por un tiempo lector de ciencia ficción. Claro, después descubrí que la mayoría de los escritores de ciencia ficción escribían con la gracia de un profesor de química muy aburrido (de hecho, varios lo eran) y se me pasó un poco la afición por el género. Pero mi amor por Brown siempre ha quedado ahí y este libro tiene ya varias relecturas en todos estos años.
Y todavía lo sigo disfrutando. Es un relojito. Lo que pasa, pasa convincentemente de acuerdo a las reacciones de los personajes. El protagonista principal está siempre encontrándose en orsay por una cosa que dice o hace sin querer. Es que vivir en un universo alternativo puede ser estresante.
La hisotira comienza así: en el futuro cercano (cercano para 1949) de 1954, el primer cohete no tripulado rumbo a la Luna falla y se termina haciendo pelota en la Tierra, en una mansión de fin de semana de un magnate de la prensa. Justo al lado de un editor de una revista de ciencia ficción –que suspira por una colega- y, en vez de ser boleta, termina siendo enviado a un universo paralelo donde los viajes espaciales osn una realidad, con monstruos lunares paseando como quien no quiere la cosa pro la ciudades, nieblas que apagan toda la luz y fomentan el crimen, un conflicto con una malvada especie extraterrestre empeñada en eliminar a la mandad y un héroe galactico que hace que Flash Gordon sea en comparación un alfeñique de 44 kilos. Y claro, al tipo en ese mundo lo confunden con un espía de la raza extraterrestrre y lo andan queriendo matar por todos los medios. Con lo que le pobre editor debe esconderse , evitar meter la pata con las leves diferencias entre ambos universos y lograr que el gran Heroe Galactico le de bola y halle una manera de volverlo a su universo. Todo eso en un tono “tongue in cheek” muy divertido (queda clarísimo que Brown está riéndose de la ciencia ficción de esos años, donde predominaba la “space opera”) y usando el concepto de los universos paralelos de una manera notable (la explicación de porque cayó en ese universo y no en otro no será muy científica pero funciona de una manera “nerd”). Incluso se da el gusto de bajar las expectativas a las ambiciones de los aficionados de la ciencia ficción en esos años al hacer que llegue a la Luna, baje y se desilusione por lo aburrido que es el paisaje (esto en plena furia por la carrera espacial). Tal vez no haya le humor desembozado de “Marciano , vete a casa” pero la historia resulta de por si absurda.
Por cierto esta novela fue la que le abrió definitivamente a Brown el mercado de la ciencia ficcion, donde continuaría por años (el otro era el género policial). Y todavía hoy sigue siendo una de esas novelas que se pueden releer una y otra vez.