Si en lugar de nacer allí, hubieras nacido aquí en occidente, lareligión al uso te diría: “Lo que hagas en esta vida va a determinar que cuandomueras vayas al cielo o al infierno, luego pórtate bien, no armes bulla, nohagas mal, que una vida pasa muy rápido y la eternidad es muy larga.”
Podríamos poner un montón más de ejemplos de religiones, configuradorasde moral, que en busca del orden social pretenden la resignación y el buencomportamiento, pero con estas dos nos conformamos.
En la India tenemos una ley, la de la rueda del Samsara, por la cualcada individuo con sus acciones (ley de la acción y la reacción) vaconstruyendo su vida y a través de la metempsicosis va evolucionando oinvolucionando, hasta que al final, después de toda una cadena inmensa derenacimientos, puede por fin librarse de la rueda y llegar al Nirvana oliberación.
En occidente la cosa se presenta al final de la vida, cuando la personaes sometida a un juicio sumarísimo que en razón del comportamiento en esa vida, sedictamina si es premiado o condenado al infierno para toda la eternidad.Nos encontramos con la excepción del purgatorio (castigo temporal purificador quese sufre cuando la condena eterna sería demasiado fuerte).
No se sabe muy bien si la moral es configurada por la religión, por laspersonas, o si estas son determinadas por algunos poderes superiores (civiles,militares o religiosos, económicos todos) los que se confabulan para someter alpueblo. Puede que haya un bucle retroalimentativo. La línea de pensamiento esla siguiente: “La plebe son todos aquellos que no son de los nuestros, esamultitud de gente burda, inculta y poco inteligente, que son como animales a losque hay que controlar para que no nos compliquen la vida y procurar que nohagan barbaridades; y a partir de ahí, se les tiene que utilizar ennuestro beneficio propio, procurando que no se den cuenta de todo ello.”
Mira, No podemos asegurar nada de eso, nadie puede. ¿Por quécomplicarnos la vida? ¿Y si nos limitáramos a vivir esta vida, sin más,pensando que es una única oportunidad, sin falsas esperanzas, yendo al fondo,rascando en ella hasta conseguir ser lo más parecido a un Ser Humano maduro yrealizado? ¿No te parece que ya haríamos bastante?
Si consideramos que las personas cuando nacemos (aquí, allá o dondesea), lo único que poseemos es un cerebro como órgano integrador de un cuerpo,regulador de todo nuestro ser (incluidas emociones y raciocinio), totalmentemoldeable y manipulable… como todo el resto de animales... ¿por qué no intentarrealizar una vida plena sin autoengaños ni falsas esperanzas?
Imagínate que no has desperdiciado tu vida, que la has vividointensamente, que has amado, sufrido, divertido… que te has equivocado y hasreconocido tu error… que has procurado comprender y aproximar a tus congéneres…imagínate que has vivido una vida plena, con conocimiento, sin supersticiones…y que llega el momento de tu muerte y tu ego (montado en el tinglado delcerebro) va desapareciendo poco a poco tal y como se va descomponiendo… y alfinal desapareces… ¿No tienes que estar satisfecho? O piensa que al contrario,que al final no desapareces, que te encuentras (tu burdo ego) con la sorpresa deljuicio personal o con el renacimiento de tu alma en una nueva vida. La preguntaque surge es: ¿Qué se te puede recriminar? ¿No has hecho lo que “debías”? ¿Qué“otras cosas” podías haber hecho? ¿Venerar a un dios? ¿Qué clase de dios es eseque quiere que le “veneren”? ¿Quién te puede “condenar” por haber vivido unavida así, si has hecho lo que has podido?
Dales caña a la sociedad que quiere que te resignes y te forma en cortinas de humo y falsas esperanzas.
Juan-Lorenzodalescana@gmail.com Más artículos sobre Humanismo