Y
cuando uno ve esto se le vienen a la mente varias cosas, y piensa que esto es
obra de un cachondo mental, pues siendo andaluz y conociendo esta tierra uno es
consciente de la guasa que destila el personal; pero claro luego uno se centra
y se pone a analizar la cuestión y se da cuenta que está por medio ese
sindicato radical (que no sé porque no
se cambia el nombre a “Zindicato Andalú e Trabajahore”) y el tal Jesús Porras,
y empieza a entender que todo esto va muy en serio. Y que aquí hay negocio. Eso
sí, negocio sin trabajar mucho, que esta gente de estar en el tajo sabe poco…
Y
es que estos individuos son especialistas en buscar nichos de mercado que les
permitan trabajar poco y con el rollo del ‘andalú’ parece que hay parné. Y hay
parné porque seguro que han puesto a toda su red a trabajar, para que le
presenten el libro en ayuntamientos amigos, para que alguna universidad les
financie algún proyecto de investigación, en definitiva, para hacerse ellos los
referentes de un invento de laboratorio como es el idioma ‘andalú’, idioma que
ni existe ni se le espera y que, en todo caso podría considerarse un dialecto,
pero ya puestos a dialectos tendrían que ser unos cuantos, porque el gaditano
no habla como el sevillano, ni el cordobés como el granadino, ni el almeriense
como el malagueño…
Como
he dicho, aquí lo único que hay es negocio, sacar tajada del rollo del idioma.
Más aún cuando ven como los nacionalistas catalanes, gallegos o vascos, entre
otros, prosperan con el rollo de la lengua, y reciben trabajos, subvenciones,
ayudas y demás.
Pero
a estos vividores hay que pararles los pies porque como esto se ponga de moda
me veo en unos años escribiendo demandas en ‘andalú’ y dirigiéndome a ‘zu
Zeñoría’. Y uno a estas alturas no está para gilipolleces…