Aunque no paraba en todo el día, Poli no hablaba ni con seis personas, si había un problema de sindicatos o un chanchullo en la lotería ilegal, solo los jefes podían reunirse con Poli para hablar del asunto. Todo se hacia individualmente, Poli odiaba las reuniones. No quería que nadie oyera lo que él decía, ni quería que nadie oyera lo que le decían a él. Cientos de personas dependían de Poli y él se llevaba una parte de lo que ganaban; era un tributo, como hacían en Sicilia, solo que estaban en América. Y todo lo que hacia Poli era protegerles de otros tipos que querían desplumarles. Por que se trataba de eso y nada mas. Eso es lo que el FBI nunca pudo entender, que lo que Poli y la organización hacían era ofrecer protección a la gente que no podía ir a la bofia. Nada mas. Así de simple, eran como un cuerpo de policía para los chicos listos.
Henry Hill. Uno de los nuestros (1990).