De su repaso, de sus posiciones y de sus visiones esperaba que dijera, como así ha sido, porqué aquellos tuits que envió como justificación al atentado en la revista Charlie Hebdo de París. Después de condenar aquel acto terrorista justificó -con parte de razón- la presencia en las calles parisinas de políticos y primeros ministros que si no son terroristas a un paso están de serlo. Habla de la OTAN, de EE.UU., Israel o Francia, y sus servicios secretos, como los creadores de al-Qaida, ISIS o Boko Haram. Tampoco voy a entrar a valorar qué hay de cierto, que algo hay.
Seguramente si juntamos a un niño blanco, otro negro, otro amarillo y otro rojo éstos ni siquiera se paren a ver las diferencias más evidentes; diferencias que se irán haciendo visibles en función de la educación que reciban y del tipo de sociedad en la que se desarrollen. No sabrán qué es el odio. Simplemente serán niños. A este pobre muchacho, con horas de vida, ya le han levantado un muro que jamás va a saltar y, aún sin abrir los ojos, un capullo -seguramente su padre- ya le ha puesto las mismas anteojeras que llevan puestas muchísimos de los mayores de su raza y credo. Malditos sean.
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