Hay terapias en las que se ha visto los beneficios de trabajar con animales como caballos o delfines y es que parece que aunque los seres racionales seamos nosotros, estos magníficos compañeros de planeta tienen un sentido especial para detectar lo que necesitamos, para adaptarse a nosotros y para desenterrar la sonrisa más profunda escondida tras un mar de lágrimas.
Cuando era pequeña desarrollé fobia a los perros (cinofobia), en cuanto un simpático perro hacía su aparición mi familia se veía obligada a subirme lo más alto posible, daba igual que se tratase de adorables cachorrillos, mis gritos de pánico se oían desde lejos. Cualquier intento por parte de mis padres de aproximarme al objeto de mi miedo acaba en frustración, en malos ratos tanto para ellos como para mí.
Poco a poco decidí que no merecía la pena perderme tantos momentos felices, así que con un acercamiento gradual controlado por la intensidad de mi miedo en remisión, fui aproximándome hasta comprobar ¡al fin! que todas mis preocupaciones eran infundadas.
Las mascotas son para los niños fuente de incontables beneficios les ayuda a desarrollar habilidades como la ternura, la compasión, la preocupación por el bienestar de los demás, la comprensión de las necesidades ajenas, las habilidades de comunicación…
Los padres intentan también desarrollar un mayor sentido de la responsabilidad, pero como padres debemos ser realistas, el animal siempre será nuestra responsabilidad y las tareas más tediosas de su cuidado recaerán inevitablemente en nuestras manos.
En niños con problemas para relacionarse, con depresión, problemas para el control de la ira son muy recomendados por los psicólogos…En estos casos, si un animal va a aterrizar en una casa donde existen necesidades especiales es muy importante que su carácter haya sido tenido en cuenta.
Aún recuerdo a mi marido y a mi hija lanzándole “cone-golosinas” con una catapulta de madera que tenemos, muy friki lo reconozco pero tremendamente divertido.
Los animales han pasado de ser meros instrumentos para facilitarnos la vida a convertirse en un miembro más de las familias. En muchos hogares son casi imprescindibles, hogares los que la soledad no deseada se instaló en cada rincón. Llegar a una casa vacía es muy duro, así que encontrar a un gato que se frote entre tus piernas o a un perro saltando y ladrando feliz de verte puede ser el mayor de los consuelos.
Estudios realizados demostraron que las personas mayores que tenían animales de compañía gozaban de mejor estado físico, estaban menos preocupados de sus problemas de salud, manifestaban mayor sensación de bienestar y de seguridad en sí mismos (Mugford and M´Comiskey 1974).
Hoy en día nuestros jubilados gozan de impresionantes capacidades tanto físicas como mentales, los hay tremendamente activos que viajan, hacen deporte, aprenden aquello que siempre quisieron… los hay felizmente encadenados al cuidado de sus nietos (¡benditos abuelos!), pero también los hay solos, muy solos y en este caso como en el mencionado anteriormente una mascota puede ser el refugio y la compañía que necesitan. La simple certeza de ser necesitados es algo por lo que levantarse cada día, una motivación. Adaptar la mascota a la persona en estos casos vuelve a ser crucial.
Otros beneficios psicológicos que aporta tener una mascota son:
- Estar pendiente de otros ser vivo nos descentra de nosotros mismos.
- Favorece la actividad física.
- Nos ayuda a estructurar nuestro tiempo.
- Ayuda a expresar emociones.
- Facilita la socialización.
- Nos enseña a vivir el presente…
¿Qué más se puede pedir?.