Cuando visité por primera vez el blog uno y los demás, en cierta medida descubrí un poco de mí en él porque, sin saberlo, había llegado a un lugar común. Siempre me ha gustado fotografiar a personas en su cotidianidad, sin que se enteren (a poder ser), quizás por el mismo motivo por el que me gusta tanto el cine. Me proporciona distancia. No deja de ser paradójico que uno trate de tomarse unas vacaciones de la realidad fotografiando más realidad, lo sé, pero es que mirar por un objetivo es como mirar una pantalla y hacer click es como congelar un fotograma. En cualquier caso, mirar a los demás es mirarse a uno mismo.
¿Qué habrá sido de todas esas personas que he fotografiado, que he congelado, una mañana de domingo en los alrededores de una gran catedral? ¡Quién sabe!
Permitirme, primero, dedicarle esta entrada al compañero Uno y, segundo, mostraros algunos de los segundos que, aquella mañana de domingo, congelé. Gracias.