Todos los asistentes, más de 300 entre los que se desplazan de otros campamentos de refugiados, periodistas internacionales, médicos, sanitarios, y hasta un grupo de payasos solidarios que se han trasladado desde España, se alojan en las mismas jaimas donde viven habitualmente las familias. Sin agua corriente, electricidad o un simple cuarto de baño en las casas de adobe, la calma compartida alrededor de un vaso de te ceremonialmente ofrecido sirve de excusa para largas charlas sobre sus vidas, la educación de sus hijos o la paciencia que necesitan para seguir peleando pacíficamente por sus tierras usurpadas. Pero también se interesan por el Real Madrid, el Barcelona o el Atlético de Madrid y preguntan si vendrá este año Javier Bardem, el ganador de un Óscar, aquí más conocido por ser hijo de Pilar Bardem y por su activismo en pro del Frente Polisario. El festival, que se presentará oficialmente con la caída del sol, ha comenzado a caminar ya por la mañana con la puesta en marcha de varios talleres mixtos, el primero (y más esperado), sobre cómo usar los proyectos multimedia y multiplataforma en defensa de los Derechos Humanos. En él, directores de cine, como el marroquí Nadir Bouhmouch, autor de “My Makhzen & me”; Guy Davidi, codirector de “5 Broken Cameras”; la cineasta brasileña Iada Lee (“The Suffering Grasses”) o la diseñadora gráfica egipcia Salma Shamel, debatirán con el público y compartirán sus conocimientos. También hay gran espectación por el nuevo taller “Zaytoun”, en el que se creará un videojuego interactivo donde el personaje principal es un niño refugiado que irá explicando el conflicto del pueblo saharaui. A la noche, la primera proyección colectiva, “Life of Pi”, derramará su ficticio océano azul sobre los cinéfilos más apartados del mar: unos 2.000 kilómetros del lugar donde nacieron.
Fuente: terra.com.ar / VSOA