Ahora todo depende de mí. Me han vuelto a establecer los límites y a programar los sistemas, pero las reglas del juego siguen siendo las mismas. La única diferencia es que ahora tengo menos tiempo y menos posibilidades que antes. Es una putada, pero más putada sería dejarse derrotar. Eso no entra en mis planes. Pueden vencerme, lo sé, porque son más y están mejor entrenados, pero no podrán humillarme. De ninguna manera. Ahora tengo muy claro hacia qué portería debo chutar y en cuanto pueda lo haré. El gol del honor está asegurado.
Algunos de vosotros estaréis leyendo estas líneas con un rictus extraño en el rostro, como pensando “¡qué tonterías está diciendo éste ahora!” y otros, en cambio tal vez penséis “…ya está aquí el optimista guerrero otra vez…”. El caso es que ni una cosa ni la otra. He comprendido o, mejor dicho, he “creído comprender” que en el fondo estoy igual que antes de la enfermedad solo que más incómodo y con algunas incertidumbres resueltas. Por lo demás mi vida sigue y eso implica un montón de cosas que son exactamente iguales que para ti que no tienes cáncer.
Por ejemplo ya sé que no voy a llegar a viejo. Eso tú no lo sabes, puede que sí o puede que no, así que te puedes permitir el lujo de hacer planes, de contratar pólizas, de comprarte una casita con un kit completo de caza y pesca. o abrir una cuenta para futuros viajes una vez jubilado, o le puedes decir palabras cariñosas a tu pareja pensando en cuando ambos seáis dos viejitos y os tengáis que cuidar el uno al otro. Yo, en cambio, ya he desterrado todo ese mundo de mis planes y de mi vocabulario.
Es una incertidumbre menos que tengo, pero por lo demás tengo que seguir mi vida igual que tú la tuya, yo con más visitas a los médicos, sin duda, y tú con más escapadas románticas de fin de semana. Yo con más dolor y más medicinas y tú con más fiesta y más excesos, pero en ambos casos trataremos de aprovechar cada minuto como si fuera el último, amaremos con toda la intensidad que podamos y jugaremos como niños cada vez que tengamos ocasión. Cada uno en su mundo, sabiendo dónde están los límites y cuáles son las certezas pero tratando de vivir a tope, con intensidad y valentía, sobreponiéndonos a los problemas cotidianos y a los extraordinarios, diciéndole sí a la vida cada vez que tengamos ocasión de ello, respetando las normas pero, sobre todo, respetándonos a nosotros mismos sin dejarnos pisotear.
Este partido no lo vamos a ganar, eso lo sabemos, pero tampoco va a quedar siete a cero, de eso nada. Vamos a marcar nuestros goles y vamos a tener al contrario preocupado durante un rato por lo menos. Luego perderemos cinco a dos y nos iremos al vestuario orgullosos de haber jugado lo mejor que sabíamos la mierda de cartas que nos repartieron, porque así es la vida y todos hemos de morir para que nazcan otros nuevos.
Simplemente lo haremos unos antes que otros.