Unos, en palacio; otros, sin espacio.

Publicado el 17 junio 2011 por Santiagomiro

Una treintena de jóvenes “indignados” que blandían una bandera republicada recibieron ayer al príncipe Felipe a su llegada a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Le saludaron con abucheos y a los grito de “Unos, al palacio; otros, sin espacio”, “los Borbones, a los tiburones”, “Queremos un pisito como el del principito” y “Mucho coche y muy poca vergüenza”. El Príncipe Felipe se bajó del coche y fue recibido por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, quien tampoco se libró de las consignas de los manifestantes, que portaban una pancarta en la que se podía leer “La educación no es mercancía. No a la UE 2015, no más hipocresía”, “Fuera las empresas de la universidad”, “Gabilondo no te quieres enterar, no somos mercancía” o “Esta crisis no la pagamos”. Tanto el Príncipe, que se limitó a sonreír a los manifestantes a los que dirigió un saludo, como el ministro, se dirigieron sin más al interior de la Escuela en donde participaron en la ceremonia de clausura del “Encuentro Internacional de la Red Talloires”.
No es la primera vez que el Príncipe es recibido al igual guisa. Hace dos semanas, a la salida de la entrega de los Premios Príncipe de Viana, en Pamplona, y escuchó el grito de “¡Viva la República!”… En esa ocasión sólo era una joven que defendía a gritos la celebración de un referéndum para que los españoles decidan si prefieren mantener la monarquía o quieren una república. El príncipe decidió acercarse a la joven y conversar con ella. Le explicó que a él no le correspondía realizar esa convocatoria pero, según la chica, “no terminó” de contestar a la pregunta que ella le hizo. Y hace unos siete años, la Casa Real expresó su protesta oficial por las “opiniones ofensivas” vertidas contra la Corona en el programa televisivo en el que participaba Quim Monzó. Unos días más tarde de la tormenta política y periodística que causó la protesta real, Monzó iba a ser el invitado de “el peor programa de la semana “de Wyoming, en la 2, pero RTVE vetó el programa y acabó por suprimirlo de la programación, al negarse los responsables a renunciar a la presencia de Monzó. El suceso dejó entonces en evidencia el poder de la corona sobre los medios de comunicación.