"Algo había en el aire, en el color del cielo, tras la ventana, que parecía recordar cosas. Cosas duras y ciertas: que las noches son largas, que el abismo es infinito, que los años no pasan sin herir"
(Ana María Matute)
Siempre existe algo detrás de las ventanas, de los edificios, de las tumbas... que nos recuerda que esas cosas imposibles de resolver aún palpitan, regresan cada vez que creíamos haberlas olvidado, vuelven a nacer de una zona de nuestro interior que no comprendemos -quizás que no llegamos a conocer a ciencia cierta-.
En mi caso, lo que no resuelvo es la cosificación de los animales. ¡Ojo! Digo "no lo resuelvo" no porque en mi cabeza pueda existir alguna forma de aceptarlo, sino porque hay recuerdos imborrables relacionados con este tema: asesinatos que tuve que presenciar y que me persiguen en mis pesadillas, días de encierro ayudando a vacunar a los mismos animales que más tarde nos comeríamos y... sobre todo, mi incoherente amor por los animales que me permitía comerme cada sábado mi asadito "religioso".Ayer, mientras miraba corretear por el monte a Lula y a Zarza, pensaba en esa vida que tantos otros seres no pueden tener, esa vida que a miles de individuos les es arrebatada sin que hayan hecho más que NACER. Y no estoy hablando del aborto, que no es un tema que domine (la verdad) sino de la muerte sistemática de los que ya no nos sirven o que nos sirven más muertos. Hablo de los perros que son asesinados porque no hay quienes los deseen ( aunque me digan que esas muertes son indoloras, ¡no dejan de ser ASESINATOS!); hablo de los que nacen para "ser comidos": nuestros ricos asados, nuestros lindos matambritos, nuestro estofado, nuestros "chori"... NUESTRO, MÍO, TUYO... Por esos pronombres posesivos cosificamos lo que haga falta y, como lo mejor que sabemos hacer es alzar banderas, utilizamos ideologías baratas que nos excusan de semejante atropello. En mi infancia solía escuchar frases como "La naturaleza fue creada por dios para uso y disfrute del hombre" ¿Qué clase de dios intolerante puede haber expresado palabras más egoístas y vanidosas?Cuando era chica me enseñaron que no estaba bien molestar a las palomas (algunos chicos fabricaban ondas y descargaban sus frustraciones con estos pobres pájaros), decían que ellas tenían derecho a vivir y que eran "criaturas de dios" (de SU dios, claro)... sin embargo, en la casa nunca faltaba el asadito de los sábados y mucho menos, el lechón de navidad. Unos sí y otros no. ¿Por qué? ¿Por qué unos sí?Decía que no lo resuelvo porque entonces yo no entendía lo grave del asunto y disfrutaba de aquella comida sin ponerme a pensar que un ser vivo más había perdido su vida para que yo pudiera disfrutar. DISFRUTAR es una palabra maravillosa, ¿por qué tiene que ir ligada a la muerte, al maltrato, a los abusos? No me gusta. Quiero DISFRUTAR y no cargar en mis hombros más muertes que las que ya vienen conmigo, de las que no puedo desprenderme, las que me hieren y me recuerdan que mi pasado no es algo de lo que me sienta orgullosa y que, en el futuro, no voy a permitir que el deseo de un SABOR EXTRAORDINARIO me haga sentir que la vida de otro ser vivo puede ser algo ORDINARIO.
Pese a todo, sé que las noches continuarán siendo largas y mi abismo, infinito; pero fundamentalmente no se me olvidará que los años dejan una herida que no cicatriza, que los errores del pasado son una marca indeleble que morirá conmigo, aunque yo ya no sea la misma persona.